De santos y catástrofes: del terremoto de San Fermín a María

Columna originalmente publicada en 80 Grados, el 24 de mayo de 2019.

Por Enrique Vivoni Forage.

Foto suministrada, colección Robert Prann, AACUPR

El terremoto del 11 de octubre de 1918 permanece en la memoria de algunos puertorriqueños como el evento catastrófico de mayor impacto en la Isla, eso es, antes de María. De niño me crié en la Central Aguirre y vivíamos en la casa al lado de Marcelito Oben (hijo del asesinado presidente de la Aguirre, Marcelo Oben). Recuerdo un día, quizás cuando tenía unos 7 u 8 años, que Doña Juana, la cocinera de casa de Marcelito, relataba los sucesos del terremoto vividos por ella en Ponce. Nos decía que cuando el mar se retiró, la gente corría a buscar los peces que brincaban en la arena, y cómo una gran ola vino y se tragó a más de trescientas personas.  “Eso recuerdo”, nos contaba. Por sesenta años, después de ese día, el relato de la ya fallecida Doña Juana permaneció conmigo como un hito de “curiosidad”.

El año pasado se cumplió un siglo del terremoto de San Fermín de Uzés. Fue entonces que la “curiosidad” cobró vigencia, encarnada en dos tipos de documentos, uno público, otro privado.

Lo público

La documentación pública es la información sobre los efectos del terremoto y sus consecuencias y lecciones, que proviene del informe del Comisionado del Interior de 1919.  Examinando el detallado documento, aprendí sobre la manera como se evaluaron los materiales de construcción utilizados por el gobierno para la reconstrucción y las decisiones concretas que se tomaron en cuanto a la ayuda a los municipios afectados.

El 19 de febrero de 1918, Guillermo Esteves Volkers (1888-1985), ingeniero de profesión, historiador de vocación, asumió la dirección del Departamento del Interior —el más importante del gabinete del Gobernador—  a los 30 años de edad. Le tocó enfrentar una catástrofe singular en el Puerto Rico del siglo XX y en su informe al Gobernador, indica —de forma sosegada— lo siguiente:

“El terremoto de octubre 11 de 1918, y los otros temblores de tierra que le siguieron, ocasionaron considerables daños a casi todos los edificios, dependiendo la magnitud de estos daños de la clase de material usado en la construcción de ellos.”

Indica en su informe que el arquitecto del Estado, Adrian Finlayson y el Subcomisionado del Interior, Jesús Benítez, salieron al otro día del terremoto a visitar las zonas más impactadas. Su misión fue asesorar a los municipios en cuanto a los edificios que tendrían que ser demolidos y a los que serían arriostrados hasta que se pudiese hacer una inspección más detallada. Entonces,

“En octubre 17, el arquitecto, acompañado del superintendente de edificios públicos y del jefe de delineantes, salió de San Juan para visitar todas las poblaciones de la isla para examinar todos los edificios insulares, escolares y municipales y obtener datos para determinar la magnitud de los daños ocasionados y las cantidades necesarias para repararlos o reconstruirlos, con el objeto de presentar al Comisionado del Interior un informe al Gobernador y a la Legislatura. Durante los ocho días que duró el viaje, no dejaron de sentirse continuos movimientos sísmicos.” (1919, p. 172)

Esta evaluación tuvo consecuencias perdurables y permanentes en cómo se entendería desde entonces la construcción en Puerto Rico. La evaluación del arquitecto arrojó que los materiales a usarse en las construcciones de edificios públicos deberían ser o de madera o de hormigón reforzado, preferiblemente. Finalmente, el Gobierno adoptó el uso del hormigón para todos los edificios públicos, lo que, a la larga, con la creación de dos plantas productoras de cemento, se convirtió en el parámetro con el que construimos en Puerto Rico.

En noviembre, la Asamblea Legislativa aprobó la Ley número 8 que asignó fondos para la reparación de edificios escolares, municipales e insulares en los municipios de Aguadilla, Añasco, Aguada, Mayagüez y Ponce.

Además de los edificios públicos, Esteves escribe “La parte más laboriosa del trabajo ejecutado por el Departamento de Interior con motivos de los terremotos es indudablemente la que se refiere a la reparación de las casas de los pobres.” (1920, p.71). Esta consideración dio paso a la creación de los barrios obreros tanto en Aguadilla como en Santurce.

“Al efecto se preparó un plano para un tipo de pequeña casa de 16 x 18 pies dividida interiormente en dos habitaciones, una sala y dos pequeños pórticos a los lados, en uno puede alojarse una cocina. Para variar el estilo de construcción se dispuso el techo a dos aguas unas veces de frente a la calle (Tipo A) y otras normalmente a ella (tipo B).

Se mandaron a hacer en Michigan por la Lewis Manufacturing Co.[1] 150 de estas casas – Tipo A – $205.00, Tipo B – $208.00. Total de las casas montadas y pintadas: $400.00. Solamente se montaron en Aguadilla en el Bo. Higüey. (100 de ellas[2]).” (1920, p. 75).

Lo privado

Por su parte, la documentación privada describe los efectos del terremoto en San Germán y llega a mis manos en Córcega. Durante los veranos del 2007 al 2014 tuve la oportunidad de organizar los documentos familiares que se encontraban almacenados en el desván de la casa familiar en Sisco, conocida como Casanova, la casa nueva que mi bisabuelo, Pedro Santos Vivoni, mandó a construir en 1870.  Él logró terminarla en 1890 y desde esa fecha, la han vivido miembros de la familia. El cúmulo de material, cartas, documentos legales, revistas y postales es impresionante, pero con la ayuda de la historiadora Mary Frances Gallart, pudimos darles un sentido a los documentos y archivarlos apropiadamente.

Entre más de 600 cartas, dos se relacionan con el terremoto de 1918. Dirigidas al doctor Pascual Vivoni, su autor, Juan Bautista Biaggi Danesi, le informaba del efecto del terremoto en San Germán y pueblos limítrofes. Son cartas extensas, la primera del 25 de octubre y la segunda del 15 de noviembre de 1918. A diferencia del documento público, las dos cartas presentan una narrativa emotiva de la situación sufrida por vecinos y compueblanos.

Pero antes de entrar al contenido de las cartas, estas dos personas merecen una breve introducción. Pascual Vivoni Battistini (1843-1936), mi tío-bisabuelo, nació en Sisco, Córcega y estudió medicina en Pisa y Nápoles de donde obtuvo su diploma en diciembre de 1879.  Meses después, zarpó hacia Puerto Rico, donde se desempeñó como médico y como agricultor.  Fue socio de su hermano, Pedro Santos, en la compra de la Hacienda “La Amistad” en Lajas y posteriormente permaneció como dueño de una parte de esa hacienda que rebautizó con el nombre de “Unión”. Fue un médico muy querido en San Germán, como lo atestiguan varias cartas donde le solicitaban que regresara a dicha ciudad.  Luego de 28 años en Puerto Rico, él había vuelto a Córcega en 1908 donde falleció en 1936. Soltero, vivió una vida solitaria, pero querido por familiares y amistades.  Una de esas amistades fue su paisano Juan Bautista Biaggi Danesi, (1850-1921, hijo de José María Biaggi Battistini y Lucrecia Danesi Gaspari) que había emigrado a Puerto Rico en 1870.  Casado con su prima hermana, Antonia Biaggi Mattei (hija de los corsos Antonio Biaggi Battistini y Guadalupe Mattei Bruneto), se dedicó al comercio, era dueño de una finca de caña y fue tenedor de libros. Residía en la calle Ruiz Belvis 58, frente a la Plazuela de Santo Domingo con sus hijos, José Antonio, Juan Alfredo, María Engracia, Mercedes y Dora. Narrador detallista, en estas dos cartas se esmera por darle las noticias del terremoto a su amigo en Córcega. Es tentador comentarles las cartas, pero me ciño a la reproducción de las mismas.

Es interesante notar que están escritas en perfecto español y no en francés o corso. También, que se cursan en las vísperas del Armisticio que pondría fin a la Primera Guerra Mundial el 11 de noviembre. Al momento de escribirlas, Biaggi destaca que los temblores continuaban y que tenían a la población de San Germán esperando lo peor.

La primera carta reza así:

San Germán, 25 octubre 1918

Querido Pascual,

No tengo el placer de poderme referir a ninguna de tus gratas, y en víspera de acontecimientos más terribles te escribo estas líneas.

El viernes 11 de este propio mes de octubre como a las 10 y 20 minutos A.M. — principió la tierra a temblar y cosa inaudita aún sigue temblando.

Mayagüez ha quedado en escombros. Sus mejores edificios se vinieron al suelo. Añasco también está en ruinas, lo mismo que Aguada y Aguadilla. En Ponce también han sucedido derrumbes pero en esta Costa sud no hay que lamentar pérdidas de vida como en Mayagüez, Aguadilla, Rincón, Añasco y Aguada — esta población es decir la calle principal todas casas de material están en el suelo así mismo la Iglesia histórica de Aguada está en un montón de ruinas.

En Aguadilla y en Mayagüez se retiró el mar — a muchos metros de la orilla — para luego venir en ola inconmensurable y arrastrar todo lo que a su paso se halló — casas fueron arrancadas como si hubiesen sido matas de hierba y llevadas a distancia increíble — yolas, botes, ancones, automóviles, en fin todo lo que estuvo a su paso fue destrozado — se cayó en Mayagüez la aduana, la casa de Bianchi donde tenían sus oficinas, el Colonial Bank y otros, el almacén de Tomás Quiñones y otros y otros — la casa que fue antiguo cuartel en tiempo de los españoles y en donde están las cortes de justicia y otras oficinas, la alcaldía, la casa del correo, la botica Mulet, la casa joyería de Caino — la de Don Tomás Quiñones. Este señor hace poco que murió dejando un capital de 700,000 dollars te acuerdas que no quiso pagar la cuenta que le debía por asistencia a su pobre hermano.

Anoche a las 11 ¾ ha sido el temblor más terrible que he sentido — Mercedes y María se echaron a calle llenas de terror y de espanto — pero pasado la borrasca todo se quedó en calma — aparente.

La Isla entera está en zozobra — pues con estas cosas que se sucedan a diario quién puede decir del mañana. Se acerca el fin del mundo ¿será el fin nuestro?

Aquellas profecías bíblicas el apocalipsis — todo en fin va denotando que estamos liquidándonos, la figura del Kaiser alemán es la misma gran bestia que ha llenado la humanidad de espanto, ruinas, desolaciones y miserias.

Es imposible decirte cómo están las gentes de esta Isla. Aquí en San Germán no hay hasta hoy que señalar pérdidas ni de vidas ni de bienes algunas casas agrietadas. La casa en que tú vivías se rajó por algunas partes. Pero me parece que esas rajaduras eran de viejo si no me engaño. Sin embargo, José Antonio está por irse a otra casa. Es decir — de día viven en ella y de noche a una casa de madera — al frente. La casa de Pedro — también tiene algunas rajaduras — y él ha hecho lo mismo que José Antonio. La casa de Tomás no ha sufrido, la de Doña Concha algunas pequeñas grietas — la de Enrique nada — todos ellos están bien.

Doña Concha estaba de temporada en Guanajibos — y el día del primer terremoto Pedro la fue a buscar. Me cuenta que quiso salir de la casa cuando sintió temblar pero como las sacudidas eran tan violentas cayó al suelo — y no le fue posible levantarse hasta que todo pasó; que el mar llegó como a un metro de distancia de la casa.

Esa ola fue la que causó tantas víctimas tanto en Mayagüez como en Aguadilla. El segundo terremoto fue de más corta duración que el primero pero de movimiento oscilatorio. En Mayagüez se cayeron 40 casas de las que quedaron en pie cuando el primero.

La Isla entera responde y atiende solícitamente a tantas ruinas. Aquí en San Germán de noche las familias pernoctan en la plaza. La gran Torre de la Iglesia de San Germán ha sufrido daños de consideración. La casa escuela Antonia Martínez — antigua casa de los Quiñones ha sido clausurada y forzosamente tendrán que derribarle algunas piezas que amenazan caerse. El hospital lo mismo; los enfermos fueron trasladados a la casa que construyó el Dr. López hoy propiedad del difunto don Adolfo Ramírez.

Estos son los mayores daños que ha tenido que lamentar San Germán y ojalá no suceda más nada.

En Aguadilla cuentan que el mar se retiró un kilómetro y cuando volvió dicen que todo lo arrasó más de 300 casas fueron arrancadas, de la finca de Don Luis Vadi — dicen que arrancó casas — todas las que habían cerca de la orilla del mar y como 4 mil palmas de cocos — el mar llegó hasta la misma plaza.

Aquella bonita casa de tu amigo Don Osvaldo fue arrasada y otras y ciento más — la casa alcaldía que era de tres pisos vino al suelo allí perecieron varios niños de las escuelas y algunos empleados que no pudieron escapar a tiempo.

Las pérdidas son incontables. Cómo será que en esta Isla tan pequeña se reproducen de cuando en cuando catástrofes tan grandes como si fuese en un continente.

En fin Dios esté con nosotros y nos libre de la ira de los elementos….

En esta semana fue conducido a este lugar de donde no se vuelve jamás el buen amigo, Santiaguito Vivaldi, hijo. Era fiscal de la Corte de Distrito de Ponce, muy apreciado y estimado por todos y muchacho de mérito — pues escaló la magistratura puertorriqueña y fue considerado como joven de mérito indiscutible. Era casado con la Srta. Patria Martínez de Mayagüez de posición financiera. En fin, muere cuando todo le sonreía. Su entierro fue efectuado en el cementerio de Yauco, dicen que fue una elocuente manifestación de duelo. — Qué descanse en paz —.

A propósito de paz. Parece que los enemigos de nosotros piden la paz.

Dios quiera que esto se realiza pronto, pero eso sí, que los aliados arreglen las cosas de modo que los alemanes no puedan volver a perturbar la humanidad.

Las muchachas están en buena salud y desean que tu hayas seguido bien, lo mismo que la demás familia.

Todos nosotros desearíamos volverte a ver….

El otro día hubo sorteo — inscribiéndose para el servicio obligatorio desde la edad de 18 a 45 años. En San Germán, se anotaron más de 2 mil.

En esta ciudad de las Lomas no ocurre mayor novedad que las incomodidades, estrecheces y aprietos a causa de esa maldita [guerra], quizás antes del nuevo año quede terminada y entonces tout à la joie. en otra carta te hablaré de más cosas — por hoy es bastante. Recuerdos para todos y unido a María y Mercedes te abrazamos, afectuosamente tuyo

B. Biaggi

Tres semanas más tarde, Biaggi le dirige una segunda carta a Vivoni en contestación a la recibida desde Córcega. Desafortunadamente, la carta de Vivoni no se conserva, pero según Biaggi fue una muy breve.  En su estilo detallista, Biaggi le responde con más noticias graves:

San Germán, 15 noviembre 1918

Querido Pascual,

He recibido tu carta tan deseada, es muy lacónica — pero bastante para nuestra satisfacción.

Sentimos grandemente que tu salud no sea buena, quiera el Cielo que a según ha tenido fin el volcán de la guerra, así Dios te conceda la salud. Mis hermanas — no me escriben — no sé si son muertas o vivas; las pobres. Por este correo le escribo unas líneas pues no me olvido nunca de ellas.

Te confirmo mi carta anterior, aquellas noticias son dulces comparadas con estas que aquí se encierran.

Bueno, la tierra sigue tremando, se cayó la torre de la Iglesia —  y varias casas de mampostería están agrietadas — la de Servera está abandonada de sus dueños y otras y otras.  En Mayagüez se han caído 517 casas, los mejores edificios, los mejores hoteles. En fin, Mayagüez está destruida — así como Aguadilla y Añasco — y siguen los temblores a cada momento.  Hoy valen las casas de madera, la de material nadie quiere saber de ellas. Pascualito escribe que allí en Santo Domingo nada ha pasado.

Todo es para esta linda Isla. Dios se apiade de tantos males.

Pascual — Ya sabrás que Armando y William, ambos hijos de José Antonio son oficiales del ejército americano. El primero primer teniente, además es ingeniero civil. El segundo es teniente segundo — aún no es ingeniero, pero sin duda que en cuanto termine de restablecer la paz, William terminará su carrera de ingeniero mecánico.

Candita me dijo que te dijera que en estos días te enviarán sus retratos y ella te escribirá.

Pascual — ¿Te acuerdas del hijo de Pedrito — Ernesto? Pues el día 14 de este mes — como a las 2 de la tarde y estando en la tienda de Ramón Torres un dependiente del mismo le disparó al pobre Ernesto una bala con un revólver en el medio de la frente y le atravesó el cráneo — muriendo incontinenti — Este suceso tiene en zozobra a toda la familia sobre todo a Pedro que no cesa de llorar y recordar a su pobre muchacho — ya era un joven en víspera de ir a seguir estudios universitarios y ser orgullo y prez de los suyos — pues Ernesto era un muchacho inteligente, simpático bueno — todo San Germán ha sentido su muerte y a su entierro han asistido todas las personas del pueblo.

Armando Vivoni va para Francia a trabajar de ingeniero con el gobierno, tendrán ustedes el placer de verle, así yo lo creo.

De mis muchachos no puedo decirte nada pues tiempo hace no tengo noticias de ellos. Supongo que Juanito estará con Pascual en la Central Romana y el otro siempre inconstante — no sé si estará en Cuba o en los Estados Unidos. Mercedes — estaba lista para ir a New York pero no embarcó por falta de pasaje a principio y después por el frío — así es que irá más tarde si así lo desea. María la pobre, siempre fiel y buena — ella pudo haber sido profesora pero no sé por qué no lo es pues ella sabe lo suficiente para serlo.

Me faltan 10 meses para recibir mi finca de la Isla, es un tanto seco aquel parage es verdad — pero con todo yo espero poder sacar de ella lo necesario para nosotros.

Allá veremos —

¿Pascual, qué clase de enfermedad es la que tú estás padeciendo, es producida por el frío? Si es así debieras venirte aquí. Ahora si no es por el frío, no puedo aconsejarte esto — pero en tal caso tú sabes lo que más te puede convenir.

Ya podemos creer que ha terminado la guerra y no pasará mucho sin que se firme la paz. Cuantas ruinas, cuantas desolaciones y muertes han causado el Kaiser y sus consejeros y estas bestias feroces y sanguinarias quedarán sin castigo.  Porque eso de ver a un Kaiser del tomo de Guillermo ofrecerse para Presidente de la República Alemana tiene gracia — ¿No es verdad? Francia debe pensar mucho para que resuelva este problema.

A Napoleón lo mandaron a Santa Elena las potencias aliadas. Napoleón I nunca jamás ordenó a sus ejércitos la destrucción de aldeas y ciudades — ni menos devastar sistemáticamente los territorios invadidos y sin embargo fue considerado y juzgado como peligroso para vivir en libertad. Así es que a este flagellum Dei.

Deberían exhibirlo por todo el orbe para que todos supiesen todo el mal que ha causado a la humanidad.

Espero recibir tus noticias no muy dilatadas y sentirte mejor de tus males. María Mercedes y yo rogamos al cielo por tu bienestar y abrazándote estrechamente, queda tuyo,

Juan B

Recuerdos a todos los familiares y a los amigos y parientes, ¡adiós!

Conclusión

Ha pasado un siglo desde el terremoto de San Fermín de Uzés (“que enseñó a su pueblo el camino de la verdad”) y nos acercamos al segundo aniversario del huracán María, dos sucesos catastróficos que ha padecido esta Isla del Encanto.  Según el documento público, el terremoto sí le enseñó al gobierno nuevas estrategias para proteger el patrimonio isleño de futuros embates de la Madre Naturaleza: “La mayoría de los edificios son construidos de hormigón reforzado, tanto por la resistencia que ofrecen a los temblores de tierra y a los ciclones, como por economía de construcción.” (1919, p. 177). En el caso de María, todavía esperamos…

Las cartas de Biaggi nos hablan del terror de los sangermeños durante los días y semanas que duraron los temblores de aquel mes de octubre: durmieron en las plazas del pueblo, bajo la amenaza de derrumbes, con su cotidianidad completamente alterada, sin más ayuda que las autoridades insulares y municipales. Pero igual, nos habla de lo pronto que se recobró la cotidianidad. En noviembre, aún le comenta a Vivoni sobre peores daños ocurridos desde el primer temblor (se desplomó la torre de la iglesia y unas 517 casas destruidas), pero también le revela una vuelta a cierta normalidad, tiendas abiertas, negocios en proceso, tragedias y progresos de la familia.

El recuento tanto público como privado del terremoto del 1918 nos ofrece una ventana de cómo reaccionamos frente a un evento catastrófico. También brinda posibles  lecciones que muy bien podríamos aplicar para sobrevivir futuras catástrofes: celeridad y efectividad de lo público y solidaridad y resiliencia en lo privado.

El doctor Enrique Vivoni Farage es académico de número de la Academia Puertorriqueña de la Historia.

[1] Compañía dedicada a la producción de “casas de catálogo” (kit homes).

[2] Las restantes 50 se utilizaron en Santurce en 1921 en los terrenos que pertenecieron al Campamento Las Casas para dar comienzo al Barrio Obrero de Santurce.