Actualidad y memoria de Vieques

Por Jorge Rodríguez Beruff.

Columna originalmente publicada en 80 Grados, el 25 de octubre de 2019.

Vieques retornó a nuestra conciencia por las movilizaciones populares recientes. Lo vimos como el antecedente de las masivas marchas del caliente verano del 2019 que inevitablemente comparamos con la Marcha de Vieques. También, porque el Vía Crucis de la isla municipio no terminó con la salida de la Marina y se prolonga en el maltrato gubernamental cotidiano que ha tenido su versión más reciente en el desdén mortal del gobierno central con respecto a la salud y movilidad de los viequenses. Quizás sea un buen momento para revisitar algunos aspectos históricos de esa experiencia definitoria del Puerto Rico actual.

Los orígenes de la oposición a las actividades de la Marina en Vieques, aunque tienen una fase anterior, se encuentran en la decisión de transferir a esa isla las prácticas militares luego de la salida de la marina de la isla de Culebra. La muerte de David Sanes el 19 de abril de 1999 galvanizó la opinión pública en Vieques y Puerto Rico en contra de las actividades navales. Este efecto no se entiende sin tomar en cuenta el impacto en la opinión pública de las acciones de la Marina desde la década los setenta. También en el caso de Sanes no se trataba de un opositor, sino de un empleado de la armada, cuya imagen lo mostraba cuadrado en atención y haciendo un saludo militar. La Marina de guerra llegó a sugerir que la muerte había sido por su propia responsabilidad, por haber salido del bunker a fumar. La familia alegó que él nunca fumaba. Ese tipo de comentario dejaba de lado que otros cuatro empleados civiles habían salido heridos. Su entierro, al cual la Marina trató de imprimirle una tónica marcial, fue un evento impactante en una comunidad relativamente pequeña como la viequense. Además, se negaron a divulgar el nombre del piloto y los oficiales involucrados en esta muerte. El resultado de la investigación no produjo sanción alguna. La muerte de Sanes insufló al movimiento de Vieques con una fuerte dosis de indignación moral ampliamente compartida por la población puertorriqueña.

Dos días después de su muerte se inició el primer campamento de desobediencia civil en el área de tiro. El 8 de mayo se estableció otro campamento del Partido Independentista Puertorriqueño con la presencia del entonces senador y líder de ese partido, Rubén Berríos Martínez. Estos campamentos se multiplicaron hasta reflejar la amplitud de la coalición que se iba constituyendo, llegando a trece poco antes del “desalojo”. Luego de los primeros campamentos establecidos por viequenses y el Partido Independentista, grupos religiosos, políticos y sindicales establecieron sus propios campamentos.

Rubén Berríos en desobediencia civil.

Esto implicó una compleja logística para traer por mar a personas, víveres y materiales de construcción, una breve construcción de una utopía antimilitarista cuyo simbolismo caló hondo en la imaginación colectiva puertorriqueña. Se llegaron a construir capillas ecuménicas donde diariamente se realizaban cultos, se trajo una campana para la capilla, se hicieron muelles y casas. El número de “desobedientes civiles” fluctuaba, pero por Vieques y sus campamentos pasó parte del liderato político puertorriqueño, obispos y religiosos de casi todas las denominaciones, congresistas puertorriqueños como Nydia Velázquez y Luis Gutiérrez, políticos puertorriqueños en Estados Unidos, figuras como Jesse Jackson y Robert Kennedy Jr., diputados argentinos… hasta el cantante mexicano Emmanuel hizo su peregrinación a Vieques. Los campamentos obligaron la suspensión de dos maniobras por los grupos de tarea de los portaviones USS George Washington y USS Eisenhower. A continuación, una lista de los campamentos que se establecieron.

Luis Gutiérrez.

Tabla 1. Campamentos de desobediencia civil en Vieques para febrero del 2000

  1. Cayo la Yayí / A cargo de Héctor Olivieri, residente de Vieques
  2. Diócesis de Caguas Iglesia Católica / Monseñor Alvaro Corrada del Río
  3. Estudiantes UPR Estudiantes universitarios
  4. Congreso Nacional Hostosiano (CNH) / Organización independentista
  5. Viequenses en el exilio / A cargo de Manolín Silva
  6. Federación de Maestros / Organización sindical
  7. Sindicatos CGT y otros sindicatos / encargado, Federico Torres
  8. Religiosos / A cargo de la Reverenda protestante Lucy Rosario
  9. Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) / A cargo del presidente del PIP, Rubén Berrios Martínez
  10. Todo Puerto Rico conVieques / Organización amplia de solidaridad con Vieques
  11. Monte David Primer campamento, Viequenses / Encargado Taso Zenón
  12. Mapepe / A Cargo de Don Carlos, viequense
  13. Campamento del Comité Pro Rescate y Desarrollo. En los portones de la base / Encargados Robert Rabin y Nilda Medina

*Fuente: “Los campamentos de desobediencia del área de tiro”, La Voz de Vieques, 18 de febrero del 2000.

Por otro lado, en el contexto de la fuerte reacción pública provocada por la muerte de Sanes, y habiéndose establecido ya los primeros campamentos de desobediencia civil, el gobierno creó, el 11 de mayo de 1999, una Comisión Especial sobre Vieques de alto nivel presidida por la Secretaria de Estado y con representación de todos los partidos, las iglesias y la comunidad viequense. A fines de junio esa comisión rindió un informe, adoptado por el gobierno como política, donde se pedía el cese inmediato de las prácticas y la devolución de las tierras. Ese informe recogía el consenso que se había formado en Puerto Rico alrededor del caso de Vieques.

Por el lado de la oposición cívica, se creó una coalición de grupos opositores denominada “Todo Puerto Rico con Vieques” y se realizó una marcha multitudinaria (alrededor de 50,000 personas) el 4 de julio de 1999 en la base de Roosevelt Roads. También la Iglesia Católica y otras iglesias protestantes intensificaron su participación. Se añadieron al movimiento numerosas personalidades y grupos en Estados Unidos. La comunidad puertorriqueña en Estados Unidos comienza a organizar grupos como “Todo Nueva York con Vieques”, “Todo Connecticut con Vieques” … El internet sirvió para interconectar sectores tan diversos y se crearon varias páginas con información actualizada. La prensa informaba continuamente sobre los eventos más recientes, convirtiendo a Vieques en la noticia más destacada por varios meses.

Cto Ecuménico en Vieques Fotos Archivo CLARIDAD.

El gobierno hizo importantes concesiones que no lograron quebrar el consenso existente a favor del cese inmediato de las prácticas. En ese momento el liderato religioso, constituido en una Comisión Ecuménica formada por obispos católicos y protestantes, pasó a liderar el conjunto de la coalición opositora y convocó a una marcha multitudinaria el 21 de febrero del 2000. En esa marcha participaron sobre 100,000 personas, por mucho la actividad política más concurrida hasta entonces en la historia de Puerto Rico. En la siguiente tabla incluimos la lista de organizaciones que apareció en la convocatoria pública para la marcha. Es interesante la posición que ocupan las diversas organizaciones, en particular los partidos y grupos políticos.

Tabla 2. Organizaciones convocantes a la marcha del 21 de febrero del 2000, según anuncio de prensa

Sociedad Bíblica de Puerto Rico
Seminario Evangélico de Puerto Rico
Iglesia Episcopal de Puerto Rico
Iglesia Evangélica Luterana-Sínodo del Caribe
Iglesia Católica-Arquidiócesis de San Juan y Diócesis de Caguas
Concilio Evangélico de Puerto Rico
Iglesias Bautistas de Puerto Rico
Iglesia Cristiana Discípulos de Cristo
Iglesia Evangélica Unida
Iglesia Metodista de Puerto Rico
Iglesia Presbiteriana
Iglesia de los Hermanos
First Union Church
Second Union Church

Con el apoyo de:

Alianza de Mujeres de Vieques
Cayo la Yayí
Comité Pro Rescate y Desarrollo de Vieques
Todo Puerto Rico con Vieques
Colegio de Abogados
Liga de Cooperativas
Central Unidad Sindical
Federación del Trabajo (AFL-CIO)
Unión Independiente de Empleados de la Telefónica
Partido Independentista Puertorriqueño
Partido Popular Democrático
Gigantes Distrito Noreste

*Fuente: “Declaración Ecuménica sobre la Esperanza de Paz para Vieques”, El Nuevo Día, 20 de febrero de 2000, p. 63.

Todo esto creó un impasse político a favor del movimiento opositor. La dinámica del movimiento no estuvo localizada en los partidos políticos principales, ni éstos pudieron hegemonizar el liderato, más bien estas colectividades tuvieron que ir acomodándose a las acciones que provenía de un amplio abanico de sectores e instituciones. Los desobedientes civiles, las organizaciones viequenses, los ecologistas, las iglesias, los sindicatos, los periodistas, algunas organizaciones de izquierda, las organizaciones profesionales, grupos comunales, la comunidad puertorriqueña en Estados Unidos… conformaron un plural abanico de sectores que lograron un nuevo protagonismo político. Lo que pudiera faltarle a esta difusa formación en coherencia del liderato, lo compensó con la amplitud, flexibilidad y resonancia en la opinión pública. En aquel momento la corrupción también había erosionado la confianza en la clase política.

Son muchas las diferencias con los eventos del verano de 2019, pero también las tangencias. Los actores sociales de mayor iniciativa son distintos, probablemente reflejando amplios cambios sociales en Puerto Rico. También las dinámicas de comunicación. Pero el carácter espontáneo y difuso del movimiento caracterizó a ambos procesos, así como la indignación moral ante lo que se consideraba un hecho intolerable.

Jorge Rodríguez Beruff

Jorge Rodríguez Beruff

Jorge Rodríguez Beruff es Catedrático del Departamento de Ciencias Sociales de la Facultad de Estudios Generales de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Estudió Ciencias Políticas en la Universidad de Puerto Rico y en la Universidad de York en Inglaterra, donde obtuvo una mención especial del Comité de Altos Estudios.

También participó en cursos especializaos sobre América Latina en la Universidad Nacional Autónoma de México. Del 2003 al 2011 fue Decano de la Facultad de Estudios Generales de la UPR, Recinto de Río Piedras, y miembro ex officio de la Junta Administrativa y el Senado Académico.
Del 2008 al 2010 fue miembro de la Junta de Directores del Ateneo Puertorriqueño y manejó el presupuesto de la institución. También fue director del Departamento de Ciencias Sociales de la Facultad de Generales de la UPR de Río Piedras.

Entre sus publicaciones se encuentran Strategy as “Politics, Puerto Rico on the eve of the Second World War”, Editorial de la Universidad de Puerto Rico, Río Piedras, 2007, ganador del Premio Atlantea al mejor libro caribeño del año y destacado en la Lista de los mejores libros de la década de Carmen Dolores Hernández en El Nuevo Día. “Las memorias de Leahy: los relatos del Almirante William D. Leahy sobre su gobernación de Puerto Rico (1939-1940)”, Fundación Luis Muñoz Marín, San Juan, 2002, mención honorífica en el Instituto de Literatura Puertorriqueña y también destacado en la Lista de los mejores libros de la década de Carmen Dolores Hernández en el El Nuevo Día. “Política militar y dominación, Puerto Rico en el contexto latinoamericano”, Editorial Huracán, Río Piedras, 1988 y “Los Militares y el Poder: Un Ensayo sobre la Doctrina Militar en el Perú (1948 1968)”, Editorial Mosca Azul, Lima, 1983, mencionado en la Lista de los mejores libros del año de El Comercio, Lima, Perú.

También, es autor de numerosos libros que tratan sobre militarismo y geopolítica. Con José Bolívar Fresnada es editor de dos libros sobre Puerto Rico en la Segunda Guerra Mundial. En la actualidad trabaja sobre el concepto de “estudios generales” y la Guerra Fría.

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De santos y catástrofes: del terremoto de San Fermín a María

Columna originalmente publicada en 80 Grados, el 24 de mayo de 2019.

Por Enrique Vivoni Forage.

Foto suministrada, colección Robert Prann, AACUPR

El terremoto del 11 de octubre de 1918 permanece en la memoria de algunos puertorriqueños como el evento catastrófico de mayor impacto en la Isla, eso es, antes de María. De niño me crié en la Central Aguirre y vivíamos en la casa al lado de Marcelito Oben (hijo del asesinado presidente de la Aguirre, Marcelo Oben). Recuerdo un día, quizás cuando tenía unos 7 u 8 años, que Doña Juana, la cocinera de casa de Marcelito, relataba los sucesos del terremoto vividos por ella en Ponce. Nos decía que cuando el mar se retiró, la gente corría a buscar los peces que brincaban en la arena, y cómo una gran ola vino y se tragó a más de trescientas personas.  “Eso recuerdo”, nos contaba. Por sesenta años, después de ese día, el relato de la ya fallecida Doña Juana permaneció conmigo como un hito de “curiosidad”.

El año pasado se cumplió un siglo del terremoto de San Fermín de Uzés. Fue entonces que la “curiosidad” cobró vigencia, encarnada en dos tipos de documentos, uno público, otro privado.

Lo público

La documentación pública es la información sobre los efectos del terremoto y sus consecuencias y lecciones, que proviene del informe del Comisionado del Interior de 1919.  Examinando el detallado documento, aprendí sobre la manera como se evaluaron los materiales de construcción utilizados por el gobierno para la reconstrucción y las decisiones concretas que se tomaron en cuanto a la ayuda a los municipios afectados.

El 19 de febrero de 1918, Guillermo Esteves Volkers (1888-1985), ingeniero de profesión, historiador de vocación, asumió la dirección del Departamento del Interior —el más importante del gabinete del Gobernador—  a los 30 años de edad. Le tocó enfrentar una catástrofe singular en el Puerto Rico del siglo XX y en su informe al Gobernador, indica —de forma sosegada— lo siguiente:

“El terremoto de octubre 11 de 1918, y los otros temblores de tierra que le siguieron, ocasionaron considerables daños a casi todos los edificios, dependiendo la magnitud de estos daños de la clase de material usado en la construcción de ellos.”

Indica en su informe que el arquitecto del Estado, Adrian Finlayson y el Subcomisionado del Interior, Jesús Benítez, salieron al otro día del terremoto a visitar las zonas más impactadas. Su misión fue asesorar a los municipios en cuanto a los edificios que tendrían que ser demolidos y a los que serían arriostrados hasta que se pudiese hacer una inspección más detallada. Entonces,

“En octubre 17, el arquitecto, acompañado del superintendente de edificios públicos y del jefe de delineantes, salió de San Juan para visitar todas las poblaciones de la isla para examinar todos los edificios insulares, escolares y municipales y obtener datos para determinar la magnitud de los daños ocasionados y las cantidades necesarias para repararlos o reconstruirlos, con el objeto de presentar al Comisionado del Interior un informe al Gobernador y a la Legislatura. Durante los ocho días que duró el viaje, no dejaron de sentirse continuos movimientos sísmicos.” (1919, p. 172)

Esta evaluación tuvo consecuencias perdurables y permanentes en cómo se entendería desde entonces la construcción en Puerto Rico. La evaluación del arquitecto arrojó que los materiales a usarse en las construcciones de edificios públicos deberían ser o de madera o de hormigón reforzado, preferiblemente. Finalmente, el Gobierno adoptó el uso del hormigón para todos los edificios públicos, lo que, a la larga, con la creación de dos plantas productoras de cemento, se convirtió en el parámetro con el que construimos en Puerto Rico.

En noviembre, la Asamblea Legislativa aprobó la Ley número 8 que asignó fondos para la reparación de edificios escolares, municipales e insulares en los municipios de Aguadilla, Añasco, Aguada, Mayagüez y Ponce.

Además de los edificios públicos, Esteves escribe “La parte más laboriosa del trabajo ejecutado por el Departamento de Interior con motivos de los terremotos es indudablemente la que se refiere a la reparación de las casas de los pobres.” (1920, p.71). Esta consideración dio paso a la creación de los barrios obreros tanto en Aguadilla como en Santurce.

“Al efecto se preparó un plano para un tipo de pequeña casa de 16 x 18 pies dividida interiormente en dos habitaciones, una sala y dos pequeños pórticos a los lados, en uno puede alojarse una cocina. Para variar el estilo de construcción se dispuso el techo a dos aguas unas veces de frente a la calle (Tipo A) y otras normalmente a ella (tipo B).

Se mandaron a hacer en Michigan por la Lewis Manufacturing Co.[1] 150 de estas casas – Tipo A – $205.00, Tipo B – $208.00. Total de las casas montadas y pintadas: $400.00. Solamente se montaron en Aguadilla en el Bo. Higüey. (100 de ellas[2]).” (1920, p. 75).

Lo privado

Por su parte, la documentación privada describe los efectos del terremoto en San Germán y llega a mis manos en Córcega. Durante los veranos del 2007 al 2014 tuve la oportunidad de organizar los documentos familiares que se encontraban almacenados en el desván de la casa familiar en Sisco, conocida como Casanova, la casa nueva que mi bisabuelo, Pedro Santos Vivoni, mandó a construir en 1870.  Él logró terminarla en 1890 y desde esa fecha, la han vivido miembros de la familia. El cúmulo de material, cartas, documentos legales, revistas y postales es impresionante, pero con la ayuda de la historiadora Mary Frances Gallart, pudimos darles un sentido a los documentos y archivarlos apropiadamente.

Entre más de 600 cartas, dos se relacionan con el terremoto de 1918. Dirigidas al doctor Pascual Vivoni, su autor, Juan Bautista Biaggi Danesi, le informaba del efecto del terremoto en San Germán y pueblos limítrofes. Son cartas extensas, la primera del 25 de octubre y la segunda del 15 de noviembre de 1918. A diferencia del documento público, las dos cartas presentan una narrativa emotiva de la situación sufrida por vecinos y compueblanos.

Pero antes de entrar al contenido de las cartas, estas dos personas merecen una breve introducción. Pascual Vivoni Battistini (1843-1936), mi tío-bisabuelo, nació en Sisco, Córcega y estudió medicina en Pisa y Nápoles de donde obtuvo su diploma en diciembre de 1879.  Meses después, zarpó hacia Puerto Rico, donde se desempeñó como médico y como agricultor.  Fue socio de su hermano, Pedro Santos, en la compra de la Hacienda “La Amistad” en Lajas y posteriormente permaneció como dueño de una parte de esa hacienda que rebautizó con el nombre de “Unión”. Fue un médico muy querido en San Germán, como lo atestiguan varias cartas donde le solicitaban que regresara a dicha ciudad.  Luego de 28 años en Puerto Rico, él había vuelto a Córcega en 1908 donde falleció en 1936. Soltero, vivió una vida solitaria, pero querido por familiares y amistades.  Una de esas amistades fue su paisano Juan Bautista Biaggi Danesi, (1850-1921, hijo de José María Biaggi Battistini y Lucrecia Danesi Gaspari) que había emigrado a Puerto Rico en 1870.  Casado con su prima hermana, Antonia Biaggi Mattei (hija de los corsos Antonio Biaggi Battistini y Guadalupe Mattei Bruneto), se dedicó al comercio, era dueño de una finca de caña y fue tenedor de libros. Residía en la calle Ruiz Belvis 58, frente a la Plazuela de Santo Domingo con sus hijos, José Antonio, Juan Alfredo, María Engracia, Mercedes y Dora. Narrador detallista, en estas dos cartas se esmera por darle las noticias del terremoto a su amigo en Córcega. Es tentador comentarles las cartas, pero me ciño a la reproducción de las mismas.

Es interesante notar que están escritas en perfecto español y no en francés o corso. También, que se cursan en las vísperas del Armisticio que pondría fin a la Primera Guerra Mundial el 11 de noviembre. Al momento de escribirlas, Biaggi destaca que los temblores continuaban y que tenían a la población de San Germán esperando lo peor.

La primera carta reza así:

San Germán, 25 octubre 1918

Querido Pascual,

No tengo el placer de poderme referir a ninguna de tus gratas, y en víspera de acontecimientos más terribles te escribo estas líneas.

El viernes 11 de este propio mes de octubre como a las 10 y 20 minutos A.M. — principió la tierra a temblar y cosa inaudita aún sigue temblando.

Mayagüez ha quedado en escombros. Sus mejores edificios se vinieron al suelo. Añasco también está en ruinas, lo mismo que Aguada y Aguadilla. En Ponce también han sucedido derrumbes pero en esta Costa sud no hay que lamentar pérdidas de vida como en Mayagüez, Aguadilla, Rincón, Añasco y Aguada — esta población es decir la calle principal todas casas de material están en el suelo así mismo la Iglesia histórica de Aguada está en un montón de ruinas.

En Aguadilla y en Mayagüez se retiró el mar — a muchos metros de la orilla — para luego venir en ola inconmensurable y arrastrar todo lo que a su paso se halló — casas fueron arrancadas como si hubiesen sido matas de hierba y llevadas a distancia increíble — yolas, botes, ancones, automóviles, en fin todo lo que estuvo a su paso fue destrozado — se cayó en Mayagüez la aduana, la casa de Bianchi donde tenían sus oficinas, el Colonial Bank y otros, el almacén de Tomás Quiñones y otros y otros — la casa que fue antiguo cuartel en tiempo de los españoles y en donde están las cortes de justicia y otras oficinas, la alcaldía, la casa del correo, la botica Mulet, la casa joyería de Caino — la de Don Tomás Quiñones. Este señor hace poco que murió dejando un capital de 700,000 dollars te acuerdas que no quiso pagar la cuenta que le debía por asistencia a su pobre hermano.

Anoche a las 11 ¾ ha sido el temblor más terrible que he sentido — Mercedes y María se echaron a calle llenas de terror y de espanto — pero pasado la borrasca todo se quedó en calma — aparente.

La Isla entera está en zozobra — pues con estas cosas que se sucedan a diario quién puede decir del mañana. Se acerca el fin del mundo ¿será el fin nuestro?

Aquellas profecías bíblicas el apocalipsis — todo en fin va denotando que estamos liquidándonos, la figura del Kaiser alemán es la misma gran bestia que ha llenado la humanidad de espanto, ruinas, desolaciones y miserias.

Es imposible decirte cómo están las gentes de esta Isla. Aquí en San Germán no hay hasta hoy que señalar pérdidas ni de vidas ni de bienes algunas casas agrietadas. La casa en que tú vivías se rajó por algunas partes. Pero me parece que esas rajaduras eran de viejo si no me engaño. Sin embargo, José Antonio está por irse a otra casa. Es decir — de día viven en ella y de noche a una casa de madera — al frente. La casa de Pedro — también tiene algunas rajaduras — y él ha hecho lo mismo que José Antonio. La casa de Tomás no ha sufrido, la de Doña Concha algunas pequeñas grietas — la de Enrique nada — todos ellos están bien.

Doña Concha estaba de temporada en Guanajibos — y el día del primer terremoto Pedro la fue a buscar. Me cuenta que quiso salir de la casa cuando sintió temblar pero como las sacudidas eran tan violentas cayó al suelo — y no le fue posible levantarse hasta que todo pasó; que el mar llegó como a un metro de distancia de la casa.

Esa ola fue la que causó tantas víctimas tanto en Mayagüez como en Aguadilla. El segundo terremoto fue de más corta duración que el primero pero de movimiento oscilatorio. En Mayagüez se cayeron 40 casas de las que quedaron en pie cuando el primero.

La Isla entera responde y atiende solícitamente a tantas ruinas. Aquí en San Germán de noche las familias pernoctan en la plaza. La gran Torre de la Iglesia de San Germán ha sufrido daños de consideración. La casa escuela Antonia Martínez — antigua casa de los Quiñones ha sido clausurada y forzosamente tendrán que derribarle algunas piezas que amenazan caerse. El hospital lo mismo; los enfermos fueron trasladados a la casa que construyó el Dr. López hoy propiedad del difunto don Adolfo Ramírez.

Estos son los mayores daños que ha tenido que lamentar San Germán y ojalá no suceda más nada.

En Aguadilla cuentan que el mar se retiró un kilómetro y cuando volvió dicen que todo lo arrasó más de 300 casas fueron arrancadas, de la finca de Don Luis Vadi — dicen que arrancó casas — todas las que habían cerca de la orilla del mar y como 4 mil palmas de cocos — el mar llegó hasta la misma plaza.

Aquella bonita casa de tu amigo Don Osvaldo fue arrasada y otras y ciento más — la casa alcaldía que era de tres pisos vino al suelo allí perecieron varios niños de las escuelas y algunos empleados que no pudieron escapar a tiempo.

Las pérdidas son incontables. Cómo será que en esta Isla tan pequeña se reproducen de cuando en cuando catástrofes tan grandes como si fuese en un continente.

En fin Dios esté con nosotros y nos libre de la ira de los elementos….

En esta semana fue conducido a este lugar de donde no se vuelve jamás el buen amigo, Santiaguito Vivaldi, hijo. Era fiscal de la Corte de Distrito de Ponce, muy apreciado y estimado por todos y muchacho de mérito — pues escaló la magistratura puertorriqueña y fue considerado como joven de mérito indiscutible. Era casado con la Srta. Patria Martínez de Mayagüez de posición financiera. En fin, muere cuando todo le sonreía. Su entierro fue efectuado en el cementerio de Yauco, dicen que fue una elocuente manifestación de duelo. — Qué descanse en paz —.

A propósito de paz. Parece que los enemigos de nosotros piden la paz.

Dios quiera que esto se realiza pronto, pero eso sí, que los aliados arreglen las cosas de modo que los alemanes no puedan volver a perturbar la humanidad.

Las muchachas están en buena salud y desean que tu hayas seguido bien, lo mismo que la demás familia.

Todos nosotros desearíamos volverte a ver….

El otro día hubo sorteo — inscribiéndose para el servicio obligatorio desde la edad de 18 a 45 años. En San Germán, se anotaron más de 2 mil.

En esta ciudad de las Lomas no ocurre mayor novedad que las incomodidades, estrecheces y aprietos a causa de esa maldita [guerra], quizás antes del nuevo año quede terminada y entonces tout à la joie. en otra carta te hablaré de más cosas — por hoy es bastante. Recuerdos para todos y unido a María y Mercedes te abrazamos, afectuosamente tuyo

B. Biaggi

Tres semanas más tarde, Biaggi le dirige una segunda carta a Vivoni en contestación a la recibida desde Córcega. Desafortunadamente, la carta de Vivoni no se conserva, pero según Biaggi fue una muy breve.  En su estilo detallista, Biaggi le responde con más noticias graves:

San Germán, 15 noviembre 1918

Querido Pascual,

He recibido tu carta tan deseada, es muy lacónica — pero bastante para nuestra satisfacción.

Sentimos grandemente que tu salud no sea buena, quiera el Cielo que a según ha tenido fin el volcán de la guerra, así Dios te conceda la salud. Mis hermanas — no me escriben — no sé si son muertas o vivas; las pobres. Por este correo le escribo unas líneas pues no me olvido nunca de ellas.

Te confirmo mi carta anterior, aquellas noticias son dulces comparadas con estas que aquí se encierran.

Bueno, la tierra sigue tremando, se cayó la torre de la Iglesia —  y varias casas de mampostería están agrietadas — la de Servera está abandonada de sus dueños y otras y otras.  En Mayagüez se han caído 517 casas, los mejores edificios, los mejores hoteles. En fin, Mayagüez está destruida — así como Aguadilla y Añasco — y siguen los temblores a cada momento.  Hoy valen las casas de madera, la de material nadie quiere saber de ellas. Pascualito escribe que allí en Santo Domingo nada ha pasado.

Todo es para esta linda Isla. Dios se apiade de tantos males.

Pascual — Ya sabrás que Armando y William, ambos hijos de José Antonio son oficiales del ejército americano. El primero primer teniente, además es ingeniero civil. El segundo es teniente segundo — aún no es ingeniero, pero sin duda que en cuanto termine de restablecer la paz, William terminará su carrera de ingeniero mecánico.

Candita me dijo que te dijera que en estos días te enviarán sus retratos y ella te escribirá.

Pascual — ¿Te acuerdas del hijo de Pedrito — Ernesto? Pues el día 14 de este mes — como a las 2 de la tarde y estando en la tienda de Ramón Torres un dependiente del mismo le disparó al pobre Ernesto una bala con un revólver en el medio de la frente y le atravesó el cráneo — muriendo incontinenti — Este suceso tiene en zozobra a toda la familia sobre todo a Pedro que no cesa de llorar y recordar a su pobre muchacho — ya era un joven en víspera de ir a seguir estudios universitarios y ser orgullo y prez de los suyos — pues Ernesto era un muchacho inteligente, simpático bueno — todo San Germán ha sentido su muerte y a su entierro han asistido todas las personas del pueblo.

Armando Vivoni va para Francia a trabajar de ingeniero con el gobierno, tendrán ustedes el placer de verle, así yo lo creo.

De mis muchachos no puedo decirte nada pues tiempo hace no tengo noticias de ellos. Supongo que Juanito estará con Pascual en la Central Romana y el otro siempre inconstante — no sé si estará en Cuba o en los Estados Unidos. Mercedes — estaba lista para ir a New York pero no embarcó por falta de pasaje a principio y después por el frío — así es que irá más tarde si así lo desea. María la pobre, siempre fiel y buena — ella pudo haber sido profesora pero no sé por qué no lo es pues ella sabe lo suficiente para serlo.

Me faltan 10 meses para recibir mi finca de la Isla, es un tanto seco aquel parage es verdad — pero con todo yo espero poder sacar de ella lo necesario para nosotros.

Allá veremos —

¿Pascual, qué clase de enfermedad es la que tú estás padeciendo, es producida por el frío? Si es así debieras venirte aquí. Ahora si no es por el frío, no puedo aconsejarte esto — pero en tal caso tú sabes lo que más te puede convenir.

Ya podemos creer que ha terminado la guerra y no pasará mucho sin que se firme la paz. Cuantas ruinas, cuantas desolaciones y muertes han causado el Kaiser y sus consejeros y estas bestias feroces y sanguinarias quedarán sin castigo.  Porque eso de ver a un Kaiser del tomo de Guillermo ofrecerse para Presidente de la República Alemana tiene gracia — ¿No es verdad? Francia debe pensar mucho para que resuelva este problema.

A Napoleón lo mandaron a Santa Elena las potencias aliadas. Napoleón I nunca jamás ordenó a sus ejércitos la destrucción de aldeas y ciudades — ni menos devastar sistemáticamente los territorios invadidos y sin embargo fue considerado y juzgado como peligroso para vivir en libertad. Así es que a este flagellum Dei.

Deberían exhibirlo por todo el orbe para que todos supiesen todo el mal que ha causado a la humanidad.

Espero recibir tus noticias no muy dilatadas y sentirte mejor de tus males. María Mercedes y yo rogamos al cielo por tu bienestar y abrazándote estrechamente, queda tuyo,

Juan B

Recuerdos a todos los familiares y a los amigos y parientes, ¡adiós!

Conclusión

Ha pasado un siglo desde el terremoto de San Fermín de Uzés (“que enseñó a su pueblo el camino de la verdad”) y nos acercamos al segundo aniversario del huracán María, dos sucesos catastróficos que ha padecido esta Isla del Encanto.  Según el documento público, el terremoto sí le enseñó al gobierno nuevas estrategias para proteger el patrimonio isleño de futuros embates de la Madre Naturaleza: “La mayoría de los edificios son construidos de hormigón reforzado, tanto por la resistencia que ofrecen a los temblores de tierra y a los ciclones, como por economía de construcción.” (1919, p. 177). En el caso de María, todavía esperamos…

Las cartas de Biaggi nos hablan del terror de los sangermeños durante los días y semanas que duraron los temblores de aquel mes de octubre: durmieron en las plazas del pueblo, bajo la amenaza de derrumbes, con su cotidianidad completamente alterada, sin más ayuda que las autoridades insulares y municipales. Pero igual, nos habla de lo pronto que se recobró la cotidianidad. En noviembre, aún le comenta a Vivoni sobre peores daños ocurridos desde el primer temblor (se desplomó la torre de la iglesia y unas 517 casas destruidas), pero también le revela una vuelta a cierta normalidad, tiendas abiertas, negocios en proceso, tragedias y progresos de la familia.

El recuento tanto público como privado del terremoto del 1918 nos ofrece una ventana de cómo reaccionamos frente a un evento catastrófico. También brinda posibles  lecciones que muy bien podríamos aplicar para sobrevivir futuras catástrofes: celeridad y efectividad de lo público y solidaridad y resiliencia en lo privado.

El doctor Enrique Vivoni Farage es académico de número de la Academia Puertorriqueña de la Historia.

[1] Compañía dedicada a la producción de “casas de catálogo” (kit homes).

[2] Las restantes 50 se utilizaron en Santurce en 1921 en los terrenos que pertenecieron al Campamento Las Casas para dar comienzo al Barrio Obrero de Santurce.

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El legado: ciudadanía y gobierno propio en Luis Muñoz Rivera

Columna originalmente publicada en 80 Grados, el 2 de agosto de 2019.

Por Silvia Álvarez Curbelo.

Luis Muñoz Rivera en Washington.

Pocos meses antes de que fundara en 1938 el Partido Popular Democrático, Luis Muñoz Marín escribió un artículo para la revista Puerto Rico Ilustrado en el que recordaba a su padre, Luis Muñoz Rivera.

Atisbo en dicho artículo una pulsión del hijo por establecer una distinción con el padre, pero a la vez de refrendar la función paterna. Simultáneamente, el texto identifica herencias y fugas entre los discursos de ciudadanía y gobierno articulados por Luis Muñoz Rivera y Luis Muñoz Marín, padre e hijo, la dupla política más poderosa en la historia de Puerto Rico y que define el siglo 20 isleño.

Habla el joven líder de tres lecciones aprendidas del padre cuyo natalicio conmemoraba: la de la democracia, la de la consistencia y sinceridad de propósitos y la de su concepto de evolución, entendido no como freno sino como ponderación inteligente, sensata y ordenada para entonces decidir y gestionar.

Cuando escribe el artículo, Muñoz Marín había sido expulsado del Partido Liberal (el nombre que adoptó el partido Unión, para poder concurrir a las elecciones de 1932). A 21 años de la muerte de Luis Muñoz Rivera, se cumplía, según Muñoz Marín: “la mayoría de edad de su recuerdo”. Había llegado por ello el momento de cumplir con el último de los mandatos: “la libertad final de Puerto Rico”.

Los tiempos del padre

Entre 1897 y 1904, Luis Muñoz Rivera vivió un increíble periplo existencial y político que lo llevó de una isla aislada y de poco valor a la agotada capital imperial donde obtuvo in extremis la ansiada autonomía. De regreso a su tierra natal se convirtió en primer ministro de un gobierno de pocos meses, hasta que en octubre de 1898 se ofició el fin del régimen autonómico bajo España y el inicio de la era americana.

En 1899 viajó a Nueva York de donde regresó deslumbrado con la nueva metrópoli. Poco tiempo después, vencido políticamente y perseguido personalmente, volvió a la misma ciudad de los rascacielos mientras entraba en vigencia la Ley Foraker, un evidente retroceso con respecto a la Carta Autonómica de 1897. No fue hasta 1904 que se asentó nuevamente en Puerto Rico, trayendo bajo el brazo una idea que compartía con otros viejos y nuevos autonomistas: la de crear un nuevo partido político que fuese a la vez un frente amplio de opinión pública frente a la arbitrariedad del régimen colonial.

La admiración y la decepción

“Vengo de un país cuya pujanza es el asombro del mundo” había dicho Muñoz Rivera al regresar de su primer viaje a Estados Unidos. Era una grandeza que provenía de “las artes del trabajo” y del “civismo”. El civismo o la ciudadanía era un estilo de vida pública predicado en la participación. A esa ciudadanía había que aspirar: “NO QUEREMOS SER, EN ABSOLUTO, Y SIN RESERVAS (énfasis en el original), otra cosa que buenos y leales americanos”.

No debían los puertorriqueños, señalaba Muñoz Rivera, exigir puestos ni prebendas. La identidad vendría, si conservamos la calma. Reitera algo ya planteado en el Manifiesto al Partido Federal del 5 de octubre de 1899: “La América del Norte es un Estado de Estados y una República de Repúblicas. Uno de esos Estados, una de esas Repúblicas debe ser Puerto Rico en el porvenir”.

Pocos meses bastaron para pasar de la admiración a la perplejidad: “soñábamos con la ley y surge la espada”. Cuando llega la ley Foraker en abril de 1900 trae muchas decepciones y pocas alegrías, apenas el fin del gobierno militar y el comercio libre tras una breve transición. Desde las páginas del Diario de Puerto Rico reclama lo que Puerto Rico quiere: la ciudadanía y el gobierno propio. “Confiado el gobierno del país a sus propios hijos…El país quiere…entrar de lleno en la ciudadanía americana; que nos protejan sus leyes, que nos garantice igual suma de derechos que a los nacidos en el continente, la Constitución; que entremos en la posesión, absoluta, no interrumpida ni limitada, de todos los derechos y de todas las libertades, con todas las obligaciones”.

Es época de incontenibles turbas y desde Nueva York, en las páginas del Puerto Rico Herald, el líder desterrado advierte que la isla padece de una esclavitud tanto más onerosa cuanto consentida por el pueblo que se vanagloria de ser el más libre del mundo. Las esperanzas parecen volver no por señales metropolitanas sino por la creación del partido Unión en 1904. El repatriado Muñoz Rivera insiste en las carencias fundamentales del país:

“No hay aquí ciudadanía y necesitamos obtenerla; no hay riqueza y necesitamos restaurarla; no hay patria y urge, con urgencia indiscutible, que la formemos nosotros si no queremos seguir viviendo en el continuo sobresalto, en la indigna sumisión y en la abyecta inferioridad”.

Llamo la atención hacia lo que me parece absolutamente definitorio en Muñoz Rivera: para él la verdadera ciudadanía es el otro nombre del gobierno propio. Instalado nuevamente en la dirección de La Democracia, distingue entre un “título de ciudadanía sin trascendencia” y “la ciudadanía real, efectiva; la que nos dio España y la que no van a negarnos o arrebatarnos los Estados Unidos” (La Democracia, 21 de noviembre de 1904).

Cuando el presidente Teodoro Roosevelt en un mensaje al Congreso en 1905 aboga por extender la ciudadanía norteamericana a los puertorriqueños, Muñoz Rivera apunta a la contradicción inherente en la petición presidencial:

“Si el Presidente Roosevelt piensa que estamos preparados para recibir la ciudadanía americana, es decir, el más alto don que es posible otorgar en una colonia, ¿cómo sostiene que no estamos preparados para ejercer las funciones de la administración, tratándose de nuestra propia hacienda y de nuestro propio destino y siendo para nosotros el bien o el daño que resulte de nuestros aciertos o nuestros errores?”.

La “hija favorita” en un rincón de sombras

A pesar de los copos unionistas en las elecciones de 1906 y 1908, el ánimo de Muñoz Rivera está perturbado. Piensa que de Estados Unidos nada debe esperarse porque en la metrópoli las únicas dos consignas que imperan son: “el self-help y el go-ahead”. Pero aún esa clarividente apreciación no alcanzó a prepararlo para la debacle que representó la crisis de presupuesto de 1909.

Si es cierto el tropo de que cuando la historia se repite lo hace en forma de farsa, la situación actual que vive Puerto Rico 120 años después podría verse —si no tuviera consecuencias tan nefastas—, como la versión paródica de los eventos que empujó a Muñoz Rivera a llamar a Puerto Rico, un “rincón de sombras”.

El Partido Unión de Puerto Rico tenía apenas cinco años de fundado cuando se produjo el impasse sobre el presupuesto insular en la sesión legislativa que concluyó en marzo de 1909.

Si la incertidumbre económica y la insuficiencia fiscal presidieron el día a día de los trabajos de la sesión que inició en enero de 1909, fue el conflicto sobre el presupuesto entre la Cámara de Delegados, de un lado, y el gobernador Post y el Consejo Ejecutivo, del otro, lo que convirtió a la Quinta Legislatura en la zona cero desde donde se desató un proceso que reveló las contradicciones, los límites y las ambigüedades del dominio colonial de Estados Unidos sobre Puerto Rico.

En la noche del último día de la sesión ordinaria, la Cámara acordó no solicitar más reuniones de conferencia para intentar llegar a un acuerdo sobre el presupuesto.  A las once y quince —continúa la descripción— se aprobó en la Cámara un memorial dirigido al Congreso y al presidente de los Estados Unidos. Es un texto corto. Sus puntos principales son los siguientes:

  1. La derogación o al menos la modificación de la ley Foraker para que la Asamblea Legislativa fuera electa popularmente y el gabinete nombrado por el gobernador con el consentimiento del Senado.
  2. Que los puertorriqueños gozaran de la plenitud de nuestro derecho a la libertad. En el memorial, esta demanda no está ligada a status alguno, sino a no vivir bajo tiranía.

Cuando, alboreando el 16 de marzo, se clausuró la sesión extraordinaria sin aprobar presupuesto, la Cámara se reunió secretamente y decidió enviar una comisión a Washington.

El peregrinaje a la capital federal fue un fracaso desde el inicio. Los comisionados, Muñoz Rivera y Cayetano Coll Cuchí regresaron a Puerto Rico luego de tener una reunión esperpéntica con el presidente Taft.  Escribieron una exposición a los miembros del Congreso que revela el desencuentro fundamental: mientras en Washington se veía el impasse legislativo sobre el presupuesto como un problema de la colonia; para los comisionados era un problema del imperio.

“De lo que se trata no es que haya o no haya un presupuesto de gastos para un año económico.  Es que haya o no haya representación efectiva insular en el gobierno insular. Lo que está en juego no es un detalle; es el conjunto.  Le toca a Estados Unidos decidir “por la reacción o por la libertad”.”

El esperado mensaje presidencial fue pronunciado el 10 de mayo de 1909. En pocas palabras, William Taft acusó a la Cámara de Delegados de realizar un chantaje legislativo cuya finalidad era nada menos que “destruir el gobierno”.  La “subversión” cameral no es cuestión reciente: “Este espíritu, que ha venido desarrollándose de año en año en Puerto Rico, demuestra que a la Cámara de Delegados se le ha concedido demasiado poder, y que sus miembros no han sabido colocarse a la altura de su responsabilidad jurada para el sostenimiento del Gobierno, justificando al Congreso en la negativa de seguirles otorgando poder absoluto para rehusar los créditos que la vida de aquél necesita”.

Taft, el padre ofendido, redobla el operativo de infantilización imperial. Se queja del mal agradecimiento de los puertorriqueños. Al momento de la invasión, la “hija favorita de los Estados Unidos” (palabras de Taft) era un lugar de pobreza extrema, sin apenas caminos, con un analfabetismo rampante, y sus habitantes plagados de anemia y viruela. El cuadro en 1909 es otro: “Jamás hubo una época en la historia de la Isla en que fuese más alto el promedio de la prosperidad de los puertorriqueños; en que sus oportunidades para levantarse hayan sido mayores, y en que estuviesen más seguras su libertad de pensamiento y de acción”. En suma: “Sin nuestra munificencia Puerto Rico estaría tan decaído como se encuentran algunas de sus vecinas las Islas de las Antillas”. Remata el presidente su mensaje cuestionando si se merecen los puertorriqueños gozar de los poderes para votar el presupuesto habida cuenta de su intención de imposibilitar totalmente la obra de gobierno.

Muñoz Rivera desmenuzó uno a uno los argumentos del mensaje presidencial. Puerto Rico nunca ha sido “la hija favorita de Estados Unidos” y tampoco consintió a que su soberanía fuese desplazada a Estados Unidos en 1898. A pesar de “sus intenciones perversas”, el líder unionista asegura que el mensaje presidencial ha valido más que el trabajo de la comisión que viajó a Washington: “Es un triunfo del país. Mr. Taft quiso matarnos y nos sirve, en toscos vasos de Ohio, el licor de la vida”.

A manera de epílogo, Muñoz Rivera afirma que, aunque tarden años, el acta Foraker habrá de ser revisada.  Extiende la mirada hacia atrás, a medio siglo de luchas autonomistas: “los unionistas que pelearon una pelea de medio siglo por su libertad y su dignidad, lucharán una lucha de otro medio siglo y preferirían morir con decoro a vivir con vilipendio”.

La ciudadanía innecesaria

Pocos meses después de terminada la sesión legislativa de 1910, Luis Muñoz Rivera regresó a Washington, ahora como Comisionado Residente. Para poder manejarse en los pasillos congresionales que lo habían humillado, se esforzó en aprender inglés, tocar puertas y cultivar alianzas.

Serían seis años más de luchas, ajustes, negociaciones en un escenario que se transformaría de manera irremediable en la medida en que Estados Unidos se afianzaba como potencia económica y geopolítica.

No lograría, como sabemos, ver aprobada finalmente la nueva carta orgánica que eliminaba las anomalías de la anterior y abría a un Senado puertorriqueño electo por voto popular.  Moriría en 1916 con ciudadanía puertorriqueña, junto al comercio libre, las únicas provisiones de la Foraker que defendió hasta el último de sus días.

Había un nuevo presidente a partir de las elecciones de 1912. Sobre Puerto Rico, Woodrow Wilson diría: “Debemos administrar a Puerto Rico para el pueblo que vive en Puerto Rico”, frase que Muñoz Rivera enmienda: “Puerto Rico debe ser administrado a sí mismo”. Entre 1913 y 1916 se presentaron varios proyectos que extendían la ciudadanía a los puertorriqueños a los que invariablemente se opuso Muñoz Rivera a nombre de la Unión, mientras no hubiese reformas a la ley orgánica.

Para 1915 no le cabe duda a Muñoz Rivera que la ciudadanía era cosa resuelta “en la Casa Blanca, en el Departamento de la Guerra y en ambos cuerpos colegisladores”. Ya en este momento, Muñoz Rivera vincula la concesión de la ciudadanía para los puertorriqueños con la seguridad nacional de Estados Unidos.

Entrando a 1916, Luis Muñoz Rivera se decanta por la independencia de Puerto Rico. Pero lo ve difícil en tiempos de intervencionismo en el Caribe por parte de Estados Unidos: el Congreso no la va a conceder y la revolución es un suicidio. En uno de sus últimos discursos en el hemiciclo de Congreso, señala que el radicado bill Jones era una espléndida concesión, aunque la obligación del Partido Demócrata era “decretar la libertad de Puerto Rico”.

Guarda para el tema de la ciudadanía su mejor argumentación. Es una ciudadanía innecesaria porque el problema “está resuelto en el Acta Foraker, que reconoce a los habitantes de Puerto Rico la ciudadanía puertorriqueña”.

Para el comisionado residente, la ciudadanía norteamericana que ofrecía el bill Jones era de segunda clase, una ciudadanía de orden inferior que no le permitía a Puerto Rico “disponer de sus propios recursos, ni vivir su propia vida, ni mandar a este Capitolio su propia representación”.

En cambio, la ciudadanía puertorriqueña era una “ciudadanía natural”, que no se fundaba en arbitrariedades sino en el hecho de que nacimos en una isla y la amábamos por sobre todas las cosas.

Con ese gesto en la tradición del nacionalismo romántico, identificado años después por su sobrina Clara Lair, daría fin la vida pública de Luis Muñoz Rivera, muerto pocos meses después. Dos décadas y media después advendrían los tiempos del hijo.

Lecturas sugeridas

Cayetano Coll Cuchí (1909). Pro Patria. San Juan.

Clara Lair (1934). Luis Muñoz Rivera/Luis Muñoz Marín: un caso de leyenda. Puerto Rico Ilustrado. 14 de abril de 1934. 8,9,18.

Luis Muñoz Marín (1937). Las tres lecciones de Luis Muñoz Rivera. Puerto Rico Ilustrado. 10 de julio de 1937. 18.

Malena Rodríguez Castro (2003). Cartas al padre: Discursos pronunciados por Luis Muñoz Marín en el día de Luis Muñoz Rivera en Barranquitas (1950-1963). En Fernando Picó (2003). Luis Muñoz Marín: Perfiles de su Gobernación (1948-1964). San Juan: Fundación Luis Muñoz Marín, 343-371.

Luis Muñoz Rivera (1925). Campañas Políticas. Madrid: Ediciones Puerto Rico.

_______________ (2015). Obras completas de Luis Muñoz Rivera. San Juan: Universidad Interamericana

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*Esta es una colaboración entre 80grados y la Academia Puertorriqueña de la Historia en un afán compartido de estimular el debate plural y crítico sobre los procesos que constituyen nuestra historia.

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