Columna originalmente publicada en 80 Grados, el 22 de marzo de 2019.
Por Francisco Moscoso.
La esclavitud se asocia con una etapa de la historia antigua de Grecia y Roma, desde varios siglos antes de la era cristiana y se prolongó hasta el siglo 5 de nuestra era. Surgió como resultado de imposiciones laborales de propietarios ricos a campesinos pobres o endeudados. Se generalizó como sistema socioeconómico mediante las expansiones territoriales de algunos países en su conquista de otros, convirtiendo a miles de prisioneros de guerra en esclavos.
Después del derrumbe del Imperio Romano, formalmente en el año 476, en la época medieval de Europa predominó el feudalismo durante varios siglos. La esclavitud perdió importancia ante una nueva forma de servidumbre que ataba a los campesinos a la tierra de los nobles y de la Iglesia.
En la época moderna de la historia de Europa, a la que se incorporan Puerto Rico y América en general, se propició un resurgimiento de la esclavitud, impulsado por el desarrollo del comercio y mercado mundial. Este momento constituye el despegue global del capitalismo. Los establecimientos de las factorías mercantiles coloniales de Portugal en el oeste de África a lo largo del siglo 15 abrieron el camino a un tráfico de esclavos de inmensas proporciones. La conquista española de gran parte de América aumentó el infame tráfico. Durante los próximos tres siglos millones de gentes de diversos pueblos, idiomas y culturas fueron arrancados de sus patrias y forzados a la esclavitud.
Los primeros esclavos en Puerto Rico fueron introducidos por los conquistadores españoles en los inicios del siglo 16. Trabajaron como criados, en la minería del oro y la construcción de la ciudad de San Juan y sus fortificaciones. Luego se convirtieron en mano de obra forzada en la economía mercantil azucarera, el latifundio ganadero y la hacienda agrícola-comercial (de café y azúcar, sobre todo) hasta el siglo 19. Entremezclados con los españoles y los indios taínos, los negros africanos nutrieron la formación de la sociedad criolla y la nueva nacionalidad puertorriqueña.
La esclavitud constituye la forma más brutal de explotación del trabajo y de negación de unos seres humanos por otros. Pero no fue un sistema invulnerable. Desde los comienzos los esclavos en Puerto Rico resistieron su condición oprimida y humillante de maneras diversas: mediante fugas individuales (con los cimarrones) hasta rebeliones armadas. Cornelio Bembé y Pablo Yambó son apenas dos de los líderes rebeldes que pagaron con sus vidas la lucha por la libertad. La morena libre Francisca Brignoni fue presa en 1868 por abogar por la libertad de sus semejantes esclavizados.
En el siglo 19, con el adelanto del capitalismo industrial y la manifestación de un ideario liberal filosófico y político, se dieron las condiciones históricas para promover la abolición del tráfico y del régimen esclavista en toda América, y otras partes del mundo.
En Puerto Rico confluyeron con las luchas de los esclavos representantes del liberalismo puertorriqueño de tendencias reformistas y revolucionarias que incluyen las figuras de Román Baldorioty de Castro, José Julián Acosta, Segundo Ruiz Belvis, Francisco Mariano Quiñones y Ramón Emeterio Betances. La abolición radical de la esclavitud fue demandada por los comisionados liberales en la Junta de Información de Ultramar, en Madrid, en 1867; y es el primero de los Diez Mandamientos de los Hombres Libres del Grito de Lares de 1868.
Finalmente, al establecerse el gobierno de la Primera República española se dieron las condiciones políticas para que los esfuerzos de todos, empezando por los esclavos mismos y los partidarios del progreso y los amantes de la dignidad humana condujeran a la abolición de la esclavitud en Puerto Rico el 22 de marzo de 1873.
Recordemos la historia, estudiándola y conmemorando sus gestas importantes.
Francisco Moscoso
Académico de número de la Academia Puertorriqueña de la Historia, catedrático de Historia en la Universidad de Puerto Rico, recinto de Río Piedras. Autor de numerosos trabajos en torno a la sociedad taína antillana, la historia del siglo XVI y los movimientos libertarios en Puerto Rico y el Caribe.
Columna originalmente publicada en 80 Grados, el 21 de septiembre de 2018.
Por Francisco Moscoso.
Este año se conmemora el 150 Aniversario del Grito de Lares. Un 23 de septiembre de 1868 centenares de paisanos puertorriqueños de diversas clases sociales, dirigidos por la élite criolla, tomaron por asalto el pueblo de Lares y proclamaron la República de Puerto Rico. Es un momento propicio para reflexionar sobre la doble dimensión del significado social en la historia, como apuntó el historiador Edward H. Carr, de su diálogo e interconexión entre el pasado y el presente.
Nada en la historia sucede sin trasfondo y contextos particulares. Desde el emblemático 1492 en adelante, todos los países de América Latina, y desde comienzos del siglo 17 los de Anglo-América habían pasado por dos o tres siglos de conquistas y colonizaciones. Hacia el siglo 18, en algunos casos incluso antes, afloraron las diferenciaciones y contradicciones de intereses económicos y políticos entre las grandes potencias de España, Portugal, Inglaterra y Francia y las nuevas nacionalidades por toda la América colonial.
El siglo 18 está plagado de peticiones de reformas, motines, rebeliones y primeras revoluciones triunfantes como la americana y la haitiana. Puerto Rico registra sublevación de los vecinos de 1701-1712, la conspiración de San Germán de 1809-1812, la lucha de la Sociedad de Liberales Amantes de la Patria de 1820-1823, la rebelión de 1838, una veintena de intentos de rebelión de esclavos en la primera mitad del siglo y huelgas de brazos caídos, fugas entre municipios y otras manifestaciones de resistencia de los jornaleros al régimen coercitivo de trabajo que se instala en 1849.
En la revolución puertorriqueña de 1868 confluyeron las aspiraciones de emancipación de todas las clases oprimidas de una manera y otra. “No puede menos de ser importante y trascendental”, escribió el general y gobernador José Laureano Sanz en Informe al Poder Ejecutivo en Madrid, en julio de 1869, “el hecho de que individuos de todas las clases que componen esta sociedad tuvieran participación en la revolución radical que proclamaba la independencia de la Isla”. La muestra de 645 presos, involucrados o sospechosos, identificados en las investigaciones hasta el momento, es un testimonio de ello. La mayoría de los presos eran jornaleros, que a su vez, junto a sus esposas o compañeras e hijos e hijas constituían la mayoría de los 658,000 habitantes del país entonces.
No fue por falta de apoyo popular que se frustró la insurrección; a ello contribuyeron diversos factores, el descubrimiento de la sociedad secreta de Camuy con información comprometedora de otras, la desconexión entre juntas de diversos pueblos, el desconocimiento de los rebeldes de la situación de arresto de Ramón Emeterio Betances en Saint Thomas y la imposibilidad de traer una expedición con armas y municiones, entre otras. Las autoridades españolas, cuando tuvieron la situación bajo control en octubre, tildaron a los patriotas de “malhechores”, “bandoleros”, y “criminales”. Betances ripostó que el único “crimen” del Grito de Lares fue su desafortunada precipitación, que impidió la acción sorpresa y en más sintonía.
En Lares se dio el grito de la libertad de todo Puerto Rico. Como todos los pueblos que se sacudieron del colonialismo en los siglos 18 y 19 era un Puerto Rico diferenciado como nación nueva, con su cultura y costumbres particulares, con la manifestación de su pintura, su literatura (poesía, ensayos y novelas), sus dramas y teatro, su periodismo, sus profesionales y clamor universitario, su ideario del liberalismo y sus ansias de desarrollo industrial y progreso de su época.
Patria, Justicia y Libertad, el lema revolucionario de 1868, sigue tan vigente antes como en el presente de Puerto Rico que aún clama por la realización de esos valores en toda su plenitud posible.
Francisco Moscoso
Académico de número de la Academia Puertorriqueña de la Historia, catedrático de Historia en la Universidad de Puerto Rico, recinto de Río Piedras. Autor de numerosos trabajos en torno a la sociedad taína antillana, la historia del siglo XVI y los movimientos libertarios en Puerto Rico y el Caribe.
Columna originalmente publicada en 80 Grados, el 25 de octubre de 2019.
Vieques retornó a nuestra conciencia por las movilizaciones populares recientes. Lo vimos como el antecedente de las masivas marchas del caliente verano del 2019 que inevitablemente comparamos con la Marcha de Vieques. También, porque el Vía Crucis de la isla municipio no terminó con la salida de la Marina y se prolonga en el maltrato gubernamental cotidiano que ha tenido su versión más reciente en el desdén mortal del gobierno central con respecto a la salud y movilidad de los viequenses. Quizás sea un buen momento para revisitar algunos aspectos históricos de esa experiencia definitoria del Puerto Rico actual.
Los orígenes de la oposición a las actividades de la Marina en Vieques, aunque tienen una fase anterior, se encuentran en la decisión de transferir a esa isla las prácticas militares luego de la salida de la marina de la isla de Culebra. La muerte de David Sanes el 19 de abril de 1999 galvanizó la opinión pública en Vieques y Puerto Rico en contra de las actividades navales. Este efecto no se entiende sin tomar en cuenta el impacto en la opinión pública de las acciones de la Marina desde la década los setenta. También en el caso de Sanes no se trataba de un opositor, sino de un empleado de la armada, cuya imagen lo mostraba cuadrado en atención y haciendo un saludo militar. La Marina de guerra llegó a sugerir que la muerte había sido por su propia responsabilidad, por haber salido del bunker a fumar. La familia alegó que él nunca fumaba. Ese tipo de comentario dejaba de lado que otros cuatro empleados civiles habían salido heridos. Su entierro, al cual la Marina trató de imprimirle una tónica marcial, fue un evento impactante en una comunidad relativamente pequeña como la viequense. Además, se negaron a divulgar el nombre del piloto y los oficiales involucrados en esta muerte. El resultado de la investigación no produjo sanción alguna. La muerte de Sanes insufló al movimiento de Vieques con una fuerte dosis de indignación moral ampliamente compartida por la población puertorriqueña.
Dos días después de su muerte se inició el primer campamento de desobediencia civil en el área de tiro. El 8 de mayo se estableció otro campamento del Partido Independentista Puertorriqueño con la presencia del entonces senador y líder de ese partido, Rubén Berríos Martínez. Estos campamentos se multiplicaron hasta reflejar la amplitud de la coalición que se iba constituyendo, llegando a trece poco antes del “desalojo”. Luego de los primeros campamentos establecidos por viequenses y el Partido Independentista, grupos religiosos, políticos y sindicales establecieron sus propios campamentos.
Esto implicó una compleja logística para traer por mar a personas, víveres y materiales de construcción, una breve construcción de una utopía antimilitarista cuyo simbolismo caló hondo en la imaginación colectiva puertorriqueña. Se llegaron a construir capillas ecuménicas donde diariamente se realizaban cultos, se trajo una campana para la capilla, se hicieron muelles y casas. El número de “desobedientes civiles” fluctuaba, pero por Vieques y sus campamentos pasó parte del liderato político puertorriqueño, obispos y religiosos de casi todas las denominaciones, congresistas puertorriqueños como Nydia Velázquez y Luis Gutiérrez, políticos puertorriqueños en Estados Unidos, figuras como Jesse Jackson y Robert Kennedy Jr., diputados argentinos… hasta el cantante mexicano Emmanuel hizo su peregrinación a Vieques. Los campamentos obligaron la suspensión de dos maniobras por los grupos de tarea de los portaviones USS George Washington y USS Eisenhower. A continuación, una lista de los campamentos que se establecieron.
Tabla 1. Campamentos de desobediencia civil en Vieques para febrero del 2000
Cayo la Yayí / A cargo de Héctor Olivieri, residente de Vieques
Diócesis de Caguas Iglesia Católica / Monseñor Alvaro Corrada del Río
Estudiantes UPR Estudiantes universitarios
Congreso Nacional Hostosiano (CNH) / Organización independentista
Viequenses en el exilio / A cargo de Manolín Silva
Federación de Maestros / Organización sindical
Sindicatos CGT y otros sindicatos / encargado, Federico Torres
Religiosos / A cargo de la Reverenda protestante Lucy Rosario
Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) / A cargo del presidente del PIP, Rubén Berrios Martínez
Todo Puerto Rico conVieques / Organización amplia de solidaridad con Vieques
Monte David Primer campamento, Viequenses / Encargado Taso Zenón
Mapepe / A Cargo de Don Carlos, viequense
Campamento del Comité Pro Rescate y Desarrollo. En los portones de la base / Encargados Robert Rabin y Nilda Medina
*Fuente: “Los campamentos de desobediencia del área de tiro”, La Voz de Vieques, 18 de febrero del 2000.
Por otro lado, en el contexto de la fuerte reacción pública provocada por la muerte de Sanes, y habiéndose establecido ya los primeros campamentos de desobediencia civil, el gobierno creó, el 11 de mayo de 1999, una Comisión Especial sobre Vieques de alto nivel presidida por la Secretaria de Estado y con representación de todos los partidos, las iglesias y la comunidad viequense. A fines de junio esa comisión rindió un informe, adoptado por el gobierno como política, donde se pedía el cese inmediato de las prácticas y la devolución de las tierras. Ese informe recogía el consenso que se había formado en Puerto Rico alrededor del caso de Vieques.
Por el lado de la oposición cívica, se creó una coalición de grupos opositores denominada “Todo Puerto Rico con Vieques” y se realizó una marcha multitudinaria (alrededor de 50,000 personas) el 4 de julio de 1999 en la base de Roosevelt Roads. También la Iglesia Católica y otras iglesias protestantes intensificaron su participación. Se añadieron al movimiento numerosas personalidades y grupos en Estados Unidos. La comunidad puertorriqueña en Estados Unidos comienza a organizar grupos como “Todo Nueva York con Vieques”, “Todo Connecticut con Vieques” … El internet sirvió para interconectar sectores tan diversos y se crearon varias páginas con información actualizada. La prensa informaba continuamente sobre los eventos más recientes, convirtiendo a Vieques en la noticia más destacada por varios meses.
El gobierno hizo importantes concesiones que no lograron quebrar el consenso existente a favor del cese inmediato de las prácticas. En ese momento el liderato religioso, constituido en una Comisión Ecuménica formada por obispos católicos y protestantes, pasó a liderar el conjunto de la coalición opositora y convocó a una marcha multitudinaria el 21 de febrero del 2000. En esa marcha participaron sobre 100,000 personas, por mucho la actividad política más concurrida hasta entonces en la historia de Puerto Rico. En la siguiente tabla incluimos la lista de organizaciones que apareció en la convocatoria pública para la marcha. Es interesante la posición que ocupan las diversas organizaciones, en particular los partidos y grupos políticos.
Tabla 2. Organizaciones convocantes a la marcha del 21 de febrero del 2000, según anuncio de prensa
Sociedad Bíblica de Puerto Rico Seminario Evangélico de Puerto Rico Iglesia Episcopal de Puerto Rico Iglesia Evangélica Luterana-Sínodo del Caribe Iglesia Católica-Arquidiócesis de San Juan y Diócesis de Caguas Concilio Evangélico de Puerto Rico Iglesias Bautistas de Puerto Rico Iglesia Cristiana Discípulos de Cristo Iglesia Evangélica Unida Iglesia Metodista de Puerto Rico Iglesia Presbiteriana Iglesia de los Hermanos First Union Church Second Union Church
Con el apoyo de:
Alianza de Mujeres de Vieques Cayo la Yayí Comité Pro Rescate y Desarrollo de Vieques Todo Puerto Rico con Vieques Colegio de Abogados Liga de Cooperativas Central Unidad Sindical Federación del Trabajo (AFL-CIO) Unión Independiente de Empleados de la Telefónica Partido Independentista Puertorriqueño Partido Popular Democrático Gigantes Distrito Noreste
*Fuente: “Declaración Ecuménica sobre la Esperanza de Paz para Vieques”, El Nuevo Día, 20 de febrero de 2000, p. 63.
Todo esto creó un impasse político a favor del movimiento opositor. La dinámica del movimiento no estuvo localizada en los partidos políticos principales, ni éstos pudieron hegemonizar el liderato, más bien estas colectividades tuvieron que ir acomodándose a las acciones que provenía de un amplio abanico de sectores e instituciones. Los desobedientes civiles, las organizaciones viequenses, los ecologistas, las iglesias, los sindicatos, los periodistas, algunas organizaciones de izquierda, las organizaciones profesionales, grupos comunales, la comunidad puertorriqueña en Estados Unidos… conformaron un plural abanico de sectores que lograron un nuevo protagonismo político. Lo que pudiera faltarle a esta difusa formación en coherencia del liderato, lo compensó con la amplitud, flexibilidad y resonancia en la opinión pública. En aquel momento la corrupción también había erosionado la confianza en la clase política.
Son muchas las diferencias con los eventos del verano de 2019, pero también las tangencias. Los actores sociales de mayor iniciativa son distintos, probablemente reflejando amplios cambios sociales en Puerto Rico. También las dinámicas de comunicación. Pero el carácter espontáneo y difuso del movimiento caracterizó a ambos procesos, así como la indignación moral ante lo que se consideraba un hecho intolerable.
Jorge Rodríguez Beruff
Jorge Rodríguez Beruff es Catedrático del Departamento de Ciencias Sociales de la Facultad de Estudios Generales de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Estudió Ciencias Políticas en la Universidad de Puerto Rico y en la Universidad de York en Inglaterra, donde obtuvo una mención especial del Comité de Altos Estudios.
También participó en cursos especializaos sobre América Latina en la Universidad Nacional Autónoma de México. Del 2003 al 2011 fue Decano de la Facultad de Estudios Generales de la UPR, Recinto de Río Piedras, y miembro ex officio de la Junta Administrativa y el Senado Académico. Del 2008 al 2010 fue miembro de la Junta de Directores del Ateneo Puertorriqueño y manejó el presupuesto de la institución. También fue director del Departamento de Ciencias Sociales de la Facultad de Generales de la UPR de Río Piedras.
Entre sus publicaciones se encuentran Strategy as “Politics, Puerto Rico on the eve of the Second World War”, Editorial de la Universidad de Puerto Rico, Río Piedras, 2007, ganador del Premio Atlantea al mejor libro caribeño del año y destacado en la Lista de los mejores libros de la década de Carmen Dolores Hernández en El Nuevo Día. “Las memorias de Leahy: los relatos del Almirante William D. Leahy sobre su gobernación de Puerto Rico (1939-1940)”, Fundación Luis Muñoz Marín, San Juan, 2002, mención honorífica en el Instituto de Literatura Puertorriqueña y también destacado en la Lista de los mejores libros de la década de Carmen Dolores Hernández en el El Nuevo Día. “Política militar y dominación, Puerto Rico en el contexto latinoamericano”, Editorial Huracán, Río Piedras, 1988 y “Los Militares y el Poder: Un Ensayo sobre la Doctrina Militar en el Perú (1948 1968)”, Editorial Mosca Azul, Lima, 1983, mencionado en la Lista de los mejores libros del año de El Comercio, Lima, Perú.
También, es autor de numerosos libros que tratan sobre militarismo y geopolítica. Con José Bolívar Fresnada es editor de dos libros sobre Puerto Rico en la Segunda Guerra Mundial. En la actualidad trabaja sobre el concepto de “estudios generales” y la Guerra Fría.
Columna originalmente publicada en 80 Grados, el 24 de mayo de 2019.
Por Enrique Vivoni Forage.
El terremoto del 11 de octubre de 1918 permanece en la memoria de algunos puertorriqueños como el evento catastrófico de mayor impacto en la Isla, eso es, antes de María. De niño me crié en la Central Aguirre y vivíamos en la casa al lado de Marcelito Oben (hijo del asesinado presidente de la Aguirre, Marcelo Oben). Recuerdo un día, quizás cuando tenía unos 7 u 8 años, que Doña Juana, la cocinera de casa de Marcelito, relataba los sucesos del terremoto vividos por ella en Ponce. Nos decía que cuando el mar se retiró, la gente corría a buscar los peces que brincaban en la arena, y cómo una gran ola vino y se tragó a más de trescientas personas. “Eso recuerdo”, nos contaba. Por sesenta años, después de ese día, el relato de la ya fallecida Doña Juana permaneció conmigo como un hito de “curiosidad”.
El año pasado se cumplió un siglo del terremoto de San Fermín de Uzés. Fue entonces que la “curiosidad” cobró vigencia, encarnada en dos tipos de documentos, uno público, otro privado.
Lo público
La documentación pública es la información sobre los efectos del terremoto y sus consecuencias y lecciones, que proviene del informe del Comisionado del Interior de 1919. Examinando el detallado documento, aprendí sobre la manera como se evaluaron los materiales de construcción utilizados por el gobierno para la reconstrucción y las decisiones concretas que se tomaron en cuanto a la ayuda a los municipios afectados.
El 19 de febrero de 1918, Guillermo Esteves Volkers (1888-1985), ingeniero de profesión, historiador de vocación, asumió la dirección del Departamento del Interior —el más importante del gabinete del Gobernador— a los 30 años de edad. Le tocó enfrentar una catástrofe singular en el Puerto Rico del siglo XX y en su informe al Gobernador, indica —de forma sosegada— lo siguiente:
“El terremoto de octubre 11 de 1918, y los otros temblores de tierra que le siguieron, ocasionaron considerables daños a casi todos los edificios, dependiendo la magnitud de estos daños de la clase de material usado en la construcción de ellos.”
Indica en su informe que el arquitecto del Estado, Adrian Finlayson y el Subcomisionado del Interior, Jesús Benítez, salieron al otro día del terremoto a visitar las zonas más impactadas. Su misión fue asesorar a los municipios en cuanto a los edificios que tendrían que ser demolidos y a los que serían arriostrados hasta que se pudiese hacer una inspección más detallada. Entonces,
“En octubre 17, el arquitecto, acompañado del superintendente de edificios públicos y del jefe de delineantes, salió de San Juan para visitar todas las poblaciones de la isla para examinar todos los edificios insulares, escolares y municipales y obtener datos para determinar la magnitud de los daños ocasionados y las cantidades necesarias para repararlos o reconstruirlos, con el objeto de presentar al Comisionado del Interior un informe al Gobernador y a la Legislatura. Durante los ocho días que duró el viaje, no dejaron de sentirse continuos movimientos sísmicos.” (1919, p. 172)
Esta evaluación tuvo consecuencias perdurables y permanentes en cómo se entendería desde entonces la construcción en Puerto Rico. La evaluación del arquitecto arrojó que los materiales a usarse en las construcciones de edificios públicos deberían ser o de madera o de hormigón reforzado, preferiblemente. Finalmente, el Gobierno adoptó el uso del hormigón para todos los edificios públicos, lo que, a la larga, con la creación de dos plantas productoras de cemento, se convirtió en el parámetro con el que construimos en Puerto Rico.
En noviembre, la Asamblea Legislativa aprobó la Ley número 8 que asignó fondos para la reparación de edificios escolares, municipales e insulares en los municipios de Aguadilla, Añasco, Aguada, Mayagüez y Ponce.
Además de los edificios públicos, Esteves escribe “La parte más laboriosa del trabajo ejecutado por el Departamento de Interior con motivos de los terremotos es indudablemente la que se refiere a la reparación de las casas de los pobres.” (1920, p.71). Esta consideración dio paso a la creación de los barrios obreros tanto en Aguadilla como en Santurce.
“Al efecto se preparó un plano para un tipo de pequeña casa de 16 x 18 pies dividida interiormente en dos habitaciones, una sala y dos pequeños pórticos a los lados, en uno puede alojarse una cocina. Para variar el estilo de construcción se dispuso el techo a dos aguas unas veces de frente a la calle (Tipo A) y otras normalmente a ella (tipo B).
Se mandaron a hacer en Michigan por la Lewis Manufacturing Co.[1] 150 de estas casas – Tipo A – $205.00, Tipo B – $208.00. Total de las casas montadas y pintadas: $400.00. Solamente se montaron en Aguadilla en el Bo. Higüey. (100 de ellas[2]).” (1920, p. 75).
Lo privado
Por su parte, la documentación privada describe los efectos del terremoto en San Germán y llega a mis manos en Córcega. Durante los veranos del 2007 al 2014 tuve la oportunidad de organizar los documentos familiares que se encontraban almacenados en el desván de la casa familiar en Sisco, conocida como Casanova, la casa nueva que mi bisabuelo, Pedro Santos Vivoni, mandó a construir en 1870. Él logró terminarla en 1890 y desde esa fecha, la han vivido miembros de la familia. El cúmulo de material, cartas, documentos legales, revistas y postales es impresionante, pero con la ayuda de la historiadora Mary Frances Gallart, pudimos darles un sentido a los documentos y archivarlos apropiadamente.
Entre más de 600 cartas, dos se relacionan con el terremoto de 1918. Dirigidas al doctor Pascual Vivoni, su autor, Juan Bautista Biaggi Danesi, le informaba del efecto del terremoto en San Germán y pueblos limítrofes. Son cartas extensas, la primera del 25 de octubre y la segunda del 15 de noviembre de 1918. A diferencia del documento público, las dos cartas presentan una narrativa emotiva de la situación sufrida por vecinos y compueblanos.
Pero antes de entrar al contenido de las cartas, estas dos personas merecen una breve introducción. Pascual Vivoni Battistini (1843-1936), mi tío-bisabuelo, nació en Sisco, Córcega y estudió medicina en Pisa y Nápoles de donde obtuvo su diploma en diciembre de 1879. Meses después, zarpó hacia Puerto Rico, donde se desempeñó como médico y como agricultor. Fue socio de su hermano, Pedro Santos, en la compra de la Hacienda “La Amistad” en Lajas y posteriormente permaneció como dueño de una parte de esa hacienda que rebautizó con el nombre de “Unión”. Fue un médico muy querido en San Germán, como lo atestiguan varias cartas donde le solicitaban que regresara a dicha ciudad. Luego de 28 años en Puerto Rico, él había vuelto a Córcega en 1908 donde falleció en 1936. Soltero, vivió una vida solitaria, pero querido por familiares y amistades. Una de esas amistades fue su paisano Juan Bautista Biaggi Danesi, (1850-1921, hijo de José María Biaggi Battistini y Lucrecia Danesi Gaspari) que había emigrado a Puerto Rico en 1870. Casado con su prima hermana, Antonia Biaggi Mattei (hija de los corsos Antonio Biaggi Battistini y Guadalupe Mattei Bruneto), se dedicó al comercio, era dueño de una finca de caña y fue tenedor de libros. Residía en la calle Ruiz Belvis 58, frente a la Plazuela de Santo Domingo con sus hijos, José Antonio, Juan Alfredo, María Engracia, Mercedes y Dora. Narrador detallista, en estas dos cartas se esmera por darle las noticias del terremoto a su amigo en Córcega. Es tentador comentarles las cartas, pero me ciño a la reproducción de las mismas.
Es interesante notar que están escritas en perfecto español y no en francés o corso. También, que se cursan en las vísperas del Armisticio que pondría fin a la Primera Guerra Mundial el 11 de noviembre. Al momento de escribirlas, Biaggi destaca que los temblores continuaban y que tenían a la población de San Germán esperando lo peor.
La primera carta reza así:
San Germán, 25 octubre 1918
Querido Pascual,
No tengo el placer de poderme referir a ninguna de tus gratas, y en víspera de acontecimientos más terribles te escribo estas líneas.
El viernes 11 de este propio mes de octubre como a las 10 y 20 minutos A.M. — principió la tierra a temblar y cosa inaudita aún sigue temblando.
Mayagüez ha quedado en escombros. Sus mejores edificios se vinieron al suelo. Añasco también está en ruinas, lo mismo que Aguada y Aguadilla. En Ponce también han sucedido derrumbes pero en esta Costa sud no hay que lamentar pérdidas de vida como en Mayagüez, Aguadilla, Rincón, Añasco y Aguada — esta población es decir la calle principal todas casas de material están en el suelo así mismo la Iglesia histórica de Aguada está en un montón de ruinas.
En Aguadilla y en Mayagüez se retiró el mar — a muchos metros de la orilla — para luego venir en ola inconmensurable y arrastrar todo lo que a su paso se halló — casas fueron arrancadas como si hubiesen sido matas de hierba y llevadas a distancia increíble — yolas, botes, ancones, automóviles, en fin todo lo que estuvo a su paso fue destrozado — se cayó en Mayagüez la aduana, la casa de Bianchi donde tenían sus oficinas, el Colonial Bank y otros, el almacén de Tomás Quiñones y otros y otros — la casa que fue antiguo cuartel en tiempo de los españoles y en donde están las cortes de justicia y otras oficinas, la alcaldía, la casa del correo, la botica Mulet, la casa joyería de Caino — la de Don Tomás Quiñones. Este señor hace poco que murió dejando un capital de 700,000 dollars te acuerdas que no quiso pagar la cuenta que le debía por asistencia a su pobre hermano.
Anoche a las 11 ¾ ha sido el temblor más terrible que he sentido — Mercedes y María se echaron a calle llenas de terror y de espanto — pero pasado la borrasca todo se quedó en calma — aparente.
La Isla entera está en zozobra — pues con estas cosas que se sucedan a diario quién puede decir del mañana. Se acerca el fin del mundo ¿será el fin nuestro?
Aquellas profecías bíblicas el apocalipsis — todo en fin va denotando que estamos liquidándonos, la figura del Kaiser alemán es la misma gran bestia que ha llenado la humanidad de espanto, ruinas, desolaciones y miserias.
Es imposible decirte cómo están las gentes de esta Isla. Aquí en San Germán no hay hasta hoy que señalar pérdidas ni de vidas ni de bienes algunas casas agrietadas. La casa en que tú vivías se rajó por algunas partes. Pero me parece que esas rajaduras eran de viejo si no me engaño. Sin embargo, José Antonio está por irse a otra casa. Es decir — de día viven en ella y de noche a una casa de madera — al frente. La casa de Pedro — también tiene algunas rajaduras — y él ha hecho lo mismo que José Antonio. La casa de Tomás no ha sufrido, la de Doña Concha algunas pequeñas grietas — la de Enrique nada — todos ellos están bien.
Doña Concha estaba de temporada en Guanajibos — y el día del primer terremoto Pedro la fue a buscar. Me cuenta que quiso salir de la casa cuando sintió temblar pero como las sacudidas eran tan violentas cayó al suelo — y no le fue posible levantarse hasta que todo pasó; que el mar llegó como a un metro de distancia de la casa.
Esa ola fue la que causó tantas víctimas tanto en Mayagüez como en Aguadilla. El segundo terremoto fue de más corta duración que el primero pero de movimiento oscilatorio. En Mayagüez se cayeron 40 casas de las que quedaron en pie cuando el primero.
La Isla entera responde y atiende solícitamente a tantas ruinas. Aquí en San Germán de noche las familias pernoctan en la plaza. La gran Torre de la Iglesia de San Germán ha sufrido daños de consideración. La casa escuela Antonia Martínez — antigua casa de los Quiñones ha sido clausurada y forzosamente tendrán que derribarle algunas piezas que amenazan caerse. El hospital lo mismo; los enfermos fueron trasladados a la casa que construyó el Dr. López hoy propiedad del difunto don Adolfo Ramírez.
Estos son los mayores daños que ha tenido que lamentar San Germán y ojalá no suceda más nada.
En Aguadilla cuentan que el mar se retiró un kilómetro y cuando volvió dicen que todo lo arrasó más de 300 casas fueron arrancadas, de la finca de Don Luis Vadi — dicen que arrancó casas — todas las que habían cerca de la orilla del mar y como 4 mil palmas de cocos — el mar llegó hasta la misma plaza.
Aquella bonita casa de tu amigo Don Osvaldo fue arrasada y otras y ciento más — la casa alcaldía que era de tres pisos vino al suelo allí perecieron varios niños de las escuelas y algunos empleados que no pudieron escapar a tiempo.
Las pérdidas son incontables. Cómo será que en esta Isla tan pequeña se reproducen de cuando en cuando catástrofes tan grandes como si fuese en un continente.
En fin Dios esté con nosotros y nos libre de la ira de los elementos….
En esta semana fue conducido a este lugar de donde no se vuelve jamás el buen amigo, Santiaguito Vivaldi, hijo. Era fiscal de la Corte de Distrito de Ponce, muy apreciado y estimado por todos y muchacho de mérito — pues escaló la magistratura puertorriqueña y fue considerado como joven de mérito indiscutible. Era casado con la Srta. Patria Martínez de Mayagüez de posición financiera. En fin, muere cuando todo le sonreía. Su entierro fue efectuado en el cementerio de Yauco, dicen que fue una elocuente manifestación de duelo. — Qué descanse en paz —.
A propósito de paz. Parece que los enemigos de nosotros piden la paz.
Dios quiera que esto se realiza pronto, pero eso sí, que los aliados arreglen las cosas de modo que los alemanes no puedan volver a perturbar la humanidad.
Las muchachas están en buena salud y desean que tu hayas seguido bien, lo mismo que la demás familia.
Todos nosotros desearíamos volverte a ver….
El otro día hubo sorteo — inscribiéndose para el servicio obligatorio desde la edad de 18 a 45 años. En San Germán, se anotaron más de 2 mil.
En esta ciudad de las Lomas no ocurre mayor novedad que las incomodidades, estrecheces y aprietos a causa de esa maldita [guerra], quizás antes del nuevo año quede terminada y entonces tout à la joie. en otra carta te hablaré de más cosas — por hoy es bastante. Recuerdos para todos y unido a María y Mercedes te abrazamos, afectuosamente tuyo
B. Biaggi
Tres semanas más tarde, Biaggi le dirige una segunda carta a Vivoni en contestación a la recibida desde Córcega. Desafortunadamente, la carta de Vivoni no se conserva, pero según Biaggi fue una muy breve. En su estilo detallista, Biaggi le responde con más noticias graves:
San Germán, 15 noviembre 1918
Querido Pascual,
He recibido tu carta tan deseada, es muy lacónica — pero bastante para nuestra satisfacción.
Sentimos grandemente que tu salud no sea buena, quiera el Cielo que a según ha tenido fin el volcán de la guerra, así Dios te conceda la salud. Mis hermanas — no me escriben — no sé si son muertas o vivas; las pobres. Por este correo le escribo unas líneas pues no me olvido nunca de ellas.
Te confirmo mi carta anterior, aquellas noticias son dulces comparadas con estas que aquí se encierran.
Bueno, la tierra sigue tremando, se cayó la torre de la Iglesia — y varias casas de mampostería están agrietadas — la de Servera está abandonada de sus dueños y otras y otras. En Mayagüez se han caído 517 casas, los mejores edificios, los mejores hoteles. En fin, Mayagüez está destruida — así como Aguadilla y Añasco — y siguen los temblores a cada momento. Hoy valen las casas de madera, la de material nadie quiere saber de ellas. Pascualito escribe que allí en Santo Domingo nada ha pasado.
Todo es para esta linda Isla. Dios se apiade de tantos males.
Pascual — Ya sabrás que Armando y William, ambos hijos de José Antonio son oficiales del ejército americano. El primero primer teniente, además es ingeniero civil. El segundo es teniente segundo — aún no es ingeniero, pero sin duda que en cuanto termine de restablecer la paz, William terminará su carrera de ingeniero mecánico.
Candita me dijo que te dijera que en estos días te enviarán sus retratos y ella te escribirá.
Pascual — ¿Te acuerdas del hijo de Pedrito — Ernesto? Pues el día 14 de este mes — como a las 2 de la tarde y estando en la tienda de Ramón Torres un dependiente del mismo le disparó al pobre Ernesto una bala con un revólver en el medio de la frente y le atravesó el cráneo — muriendo incontinenti — Este suceso tiene en zozobra a toda la familia sobre todo a Pedro que no cesa de llorar y recordar a su pobre muchacho — ya era un joven en víspera de ir a seguir estudios universitarios y ser orgullo y prez de los suyos — pues Ernesto era un muchacho inteligente, simpático bueno — todo San Germán ha sentido su muerte y a su entierro han asistido todas las personas del pueblo.
Armando Vivoni va para Francia a trabajar de ingeniero con el gobierno, tendrán ustedes el placer de verle, así yo lo creo.
De mis muchachos no puedo decirte nada pues tiempo hace no tengo noticias de ellos. Supongo que Juanito estará con Pascual en la Central Romana y el otro siempre inconstante — no sé si estará en Cuba o en los Estados Unidos. Mercedes — estaba lista para ir a New York pero no embarcó por falta de pasaje a principio y después por el frío — así es que irá más tarde si así lo desea. María la pobre, siempre fiel y buena — ella pudo haber sido profesora pero no sé por qué no lo es pues ella sabe lo suficiente para serlo.
Me faltan 10 meses para recibir mi finca de la Isla, es un tanto seco aquel parage es verdad — pero con todo yo espero poder sacar de ella lo necesario para nosotros.
Allá veremos —
¿Pascual, qué clase de enfermedad es la que tú estás padeciendo, es producida por el frío? Si es así debieras venirte aquí. Ahora si no es por el frío, no puedo aconsejarte esto — pero en tal caso tú sabes lo que más te puede convenir.
Ya podemos creer que ha terminado la guerra y no pasará mucho sin que se firme la paz. Cuantas ruinas, cuantas desolaciones y muertes han causado el Kaiser y sus consejeros y estas bestias feroces y sanguinarias quedarán sin castigo. Porque eso de ver a un Kaiser del tomo de Guillermo ofrecerse para Presidente de la República Alemana tiene gracia — ¿No es verdad? Francia debe pensar mucho para que resuelva este problema.
A Napoleón lo mandaron a Santa Elena las potencias aliadas. Napoleón I nunca jamás ordenó a sus ejércitos la destrucción de aldeas y ciudades — ni menos devastar sistemáticamente los territorios invadidos y sin embargo fue considerado y juzgado como peligroso para vivir en libertad. Así es que a este flagellum Dei.
Deberían exhibirlo por todo el orbe para que todos supiesen todo el mal que ha causado a la humanidad.
Espero recibir tus noticias no muy dilatadas y sentirte mejor de tus males. María Mercedes y yo rogamos al cielo por tu bienestar y abrazándote estrechamente, queda tuyo,
Juan B
Recuerdos a todos los familiares y a los amigos y parientes, ¡adiós!
Conclusión
Ha pasado un siglo desde el terremoto de San Fermín de Uzés (“que enseñó a su pueblo el camino de la verdad”) y nos acercamos al segundo aniversario del huracán María, dos sucesos catastróficos que ha padecido esta Isla del Encanto. Según el documento público, el terremoto sí le enseñó al gobierno nuevas estrategias para proteger el patrimonio isleño de futuros embates de la Madre Naturaleza: “La mayoría de los edificios son construidos de hormigón reforzado, tanto por la resistencia que ofrecen a los temblores de tierra y a los ciclones, como por economía de construcción.” (1919, p. 177). En el caso de María, todavía esperamos…
Las cartas de Biaggi nos hablan del terror de los sangermeños durante los días y semanas que duraron los temblores de aquel mes de octubre: durmieron en las plazas del pueblo, bajo la amenaza de derrumbes, con su cotidianidad completamente alterada, sin más ayuda que las autoridades insulares y municipales. Pero igual, nos habla de lo pronto que se recobró la cotidianidad. En noviembre, aún le comenta a Vivoni sobre peores daños ocurridos desde el primer temblor (se desplomó la torre de la iglesia y unas 517 casas destruidas), pero también le revela una vuelta a cierta normalidad, tiendas abiertas, negocios en proceso, tragedias y progresos de la familia.
El recuento tanto público como privado del terremoto del 1918 nos ofrece una ventana de cómo reaccionamos frente a un evento catastrófico. También brinda posibles lecciones que muy bien podríamos aplicar para sobrevivir futuras catástrofes: celeridad y efectividad de lo público y solidaridad y resiliencia en lo privado.
El doctor Enrique Vivoni Farage es académico de número de la Academia Puertorriqueña de la Historia.
[1] Compañía dedicada a la producción de “casas de catálogo” (kit homes).
[2] Las restantes 50 se utilizaron en Santurce en 1921 en los terrenos que pertenecieron al Campamento Las Casas para dar comienzo al Barrio Obrero de Santurce.
La Academia Puertorriqueña de la Historia agradece a los asistentes al tercer conversatorio sobre los 500 años de la Ciudad de San Juan en la isleta.
El panel de académicos en el tercer y último conversatorio del ciclo 500 AÑOS DE LA MUDANZA DE SAN JUAN A LA ISLETA, auspiciado por la Academia Puertorriqueña de la Historia en el Museo de la Ciudad de San Juan. De izquierda a derecha, doctores Raquel Rosario Rivera; Enrique Vivoni Farage y José G. Rigau Pérez. Éxito total de audiencia.
Agradecemos al Municipio de San Juan, al Museo de la Ciudad de San Juan y al público que nos honró con su atención y con sus preguntas.